Contemplar el Evangelio de hoy
Día litúrgico: Domingo XV (B) del tiempo ordinario
Comentario: Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga (Sabadell, Barcelona, España)
Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos
Hoy, Domingo XV (B) del tiempo ordinario, leemos en el Evangelio que Jesús envía a los Doce, de dos en dos, a predicar. Hasta ahora han acompañado al Maestro por los caminos de Galilea, pero ha llegado la hora de comenzar la difusión del Evangelio, la Buena Nueva: la noticia de que nuestro Padre Dios nos ama con un amor infinito y que nos ha traído a la vida para hacernos felices por toda la eternidad. Esta noticia es para todos. Nadie ha de quedar al margen de la enseñanza liberadora de Jesús. Nadie queda excluido del Amor de Dios. Es necesario llegar hasta el último rincón del mundo. Hay que anunciar el gozo de la salvación plena y universal, por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre por nosotros, muerto y resucitado y presente activamente en la Iglesia.
Equipados con «poder sobre los espíritus inmundos» (Mc 6,7) y con un bagaje casi inexistente -«Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: 'Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas'» (Mc 6,8)- inician la misión de la Iglesia. La eficacia de su predicación evangelizadora no vendrá de influencias humanas o materiales, sino del poder de Dios y de la sinceridad, de la fe y del testimonio de vida del predicador. «Todo el impulso, la energía y la entrega de los evangelizadores provienen de la fuente que es el amor de Dios infundido en nuestros corazones con el don del Espíritu Santo» (Juan Pablo II).
Habiendo comenzado el siglo XXI, la Buena Noticia no ha llegado todavía a todas partes, ni con la intensidad que era necesaria. Se ha de predicar la conversión, hay que vencer a muchos espíritus malignos.
Quienes hemos recibido la Buena Noticia, ¿lo sabemos valorar? ¿Somos conscientes de ello? ¿Estamos agradecidos? Sintámonos enviados, misioneros, urgidos a predicar con el ejemplo y, si fuera necesario, con la palabra para que la Buena Nueva no falte a quienes Dios ha puesto en nuestro camino.