Master·evangeli.net
Día litúrgico: 29 de Diciembre (Día quinto de la octava de Navidad)
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús (…) le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación (…)». Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma (…)».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
Jesucristo, "misterio de redención"
Hoy el Evangelio nos muestra a María en el acto de ofrecer incondicionalmente a su Hijo en el Templo. Allí comparece Simeón como portador de una antigua esperanza, y el Espíritu del Señor habla a su corazón. Por eso puede contemplar a Aquel a quien muchos profetas y reyes habían deseado ver: Cristo, luz que alumbra a las naciones.
Simeón reconoce en aquel Niño al Salvador, pero intuye —gracias al Espíritu— que en torno a Él girará el destino de la humanidad, y que deberá sufrir mucho a causa de los que lo rechazarán; proclama su identidad y misión como Mesías con las palabras que forman uno de los himnos de la Iglesia naciente: el "Nunc dimitis" ("Ahora, Señor, puedes despedir en paz a tu siervo"). Habiendo "tocado" la salvación, el entusiasmo es tan grande, que para Simeón vivir y morir son lo mismo.
—La primera persona que se asocia a Cristo en el camino de la fe probada y del dolor compartido es su madre, Santa María.