jueves, 30 de junio de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: Jueves XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 9,1-8): En aquel tiempo, (…) viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados». Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando» (…).

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

El poder más grande de Dios: perdonar los pecados

Hoy, viendo la fe de quienes ayudaban al paralítico, Jesús reacciona curándole la parálisis (¡milagro!) y perdonándole los pecados (¡más milagro!). Los escribas apenas quedan afectados por la extraordinaria "sanación médica", pero se sorprenden —se indignan— con el acto de "sanación moral". Nos llama la atención la reacción de estos escribas, porque nosotros admiraríamos lo primero, pero no lo segundo.

Dicha reacción, aun siendo equivocada, es una lección. La mentalidad creyente de aquellos judíos les permite entender que perdonar los pecados —en cuanto ofensa a la divinidad— es algo grande, tan grande que sólo es propio de Dios. Si Jesús perdona los pecados significa que Él mismo es Dios. Para ayudarnos a aceptarlo Él curó también la parálisis física. Con todo, lo más misterioso es que el hombre pueda resistirse ante Dios y que Él siga esperándonos con tanta paciencia.

—Señor, Tú manifiestas tu omnipotencia mostrándote como nuestro Padre misericordioso, siempre pronto a perdonar libremente —nadie podría obligarte a hacerlo— nuestros "des-amores".


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Jueves XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 9,1-8): En aquel tiempo, subiendo a la barca, Jesús pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados». Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando». Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: 'Tus pecados te son perdonados', o decir: 'Levántate y anda'? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice entonces al paralítico—: 'Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'». Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Comentario: Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous (Barcelona, España)

«Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa»

Hoy encontramos una de las muchas manifestaciones evangélicas de la bondad misericordiosa del Señor. Todas ellas nos muestran aspectos ricos en detalles. La compasión de Jesús misericordiosamente ejercida va desde la resurrección de un muerto o la curación de la lepra, hasta perdonar a una mujer pecadora pública, pasando por muchas otras curaciones de enfermedades y la aceptación de pecadores arrepentidos. Esto último lo expresa también en parábolas, como la de la oveja descarriada, la didracma perdida y el hijo pródigo.

El Evangelio de hoy es una muestra de la misericordia del Salvador en dos aspectos al mismo tiempo: ante la enfermedad del cuerpo y ante la del alma. Y puesto que el alma es más importante, Jesús comienza por ella. Sabe que el enfermo está arrepentido de sus culpas, ve su fe y la de quienes le llevan, y dice: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados» (Mt 9,2).

¿Por qué comienza por ahí sin que se lo pidan? Está claro que lee sus pensamientos y sabe que es precisamente esto lo que más agradecerá aquel paralítico, que, probablemente, al verse ante la santidad de Jesucristo, experimentaría confusión y vergüenza por las propias culpas, con un cierto temor a que fueran impedimento para la concesión de la salud. El Señor quiere tranquilizarlo. No le importa que los maestros de la Ley murmuren en sus corazones. Más aun, forma parte de su mensaje mostrar que ha venido a ejercer la misericordia con los pecadores, y ahora lo quiere proclamar.

Y es que quienes, cegados por el orgullo se tienen por justos, no aceptan la llamada de Jesús; en cambio, le acogen los que sinceramente se consideran pecadores. Ante ellos Dios se abaja perdonándolos. Como dice san Agustín, «es una gran miseria el hombre orgulloso, pero más grande es la misericordia de Dios humilde». Y en este caso, la misericordia divina todavía va más allá: como complemento del perdón le devuelve la salud: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (Mt 9,6). Jesús quiere que el gozo del pecador convertido sea completo.

Nuestra confianza en Él se ha de afianzar. Pero sintámonos pecadores a fin de no cerrarnos a la gracia.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Sacred Heart of Jesus (A)

Gospel text (Mt 11,25-30): At that time, Jesus said, «Father, Lord of heaven and earth, I praise you, because you have hidden these things from the wise and learned and revealed them to simple people. Yes, Father, this is what pleased you. Everything has been entrusted to me by my Father. No one knows the Son except the Father, and no one knows the Father except the Son and those to whom the Son chooses to reveal him.

»Come to me, all you who work hard and who carry heavy burdens and I will refresh you. Take my yoke upon you and learn from me for I am gentle and humble of heart; and you will find rest. For my yoke is good and my burden is light».

Comment: Fr. Antoni DEULOFEU i González (Barcelona, Spain)

«Come to me, all you who work hard and who carry heavy burdens and I will refresh you»

Today when, at the end of the day, we feel weary and exhausted —for, at times, we all have heavy burdens difficult to bear— we may recall these words of Jesus, «Come to me, all you who work hard and who carry heavy burdens and I will refresh you» (Mt 11:28). Let us find all our rest in Him, who is the only one that can make our burden light and take our worries away, so that we can find all the peace and all the love the world denies us.

Human relief needs, to be authentic, a dose of "contemplation". If we turn our eyes to heaven and pray with all our heart, if we are humble, we can be sure we shall find and see God, because He is there («Father, Lord of heaven, I praise you»: Mt 11:25). But He is not only there, we can also find him in the "easy yoke" of our everyday's small things: let us find him in that child's smile, full of innocence; in the grateful stare, from that ailing person we have visited; in that poor man's eyes beseeching our help, our compassion...

Let us rest in our loving Savior, and let us fully trust in Him, who is our sole salvation and the salvation of humanity. As John Paul II recommended, to properly rest, we must cast «a gaze full of joyous delight for the very good work: . This is a "contemplative" gaze which does not look to new accomplishments but enjoys the beauty of what has already been achieved» in God's presence. Furthermore, we must also thank Him for everything comes from the Almighty and, without Him, nothing could be done.

One of the current great dangers is, precisely, that «Ours is a time of continual movement which often leads to restlessness, with the risk of "doing for the sake of doing". We must resist this temptation by trying "to be" before trying "to do"» (John Paul II). Because, actually, as Jesus tells us, only one thing is needed (cf. Lk 10:42): «Take my yoke upon you (…) and you will find rest for your souls» (Mt 11:29).


miércoles, 29 de junio de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: 29 de Junio: San Pedro y san Pablo, apóstoles

Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo (…) dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (…)».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

San Pedro y san Pablo, apóstoles de la fe

Hoy, y desde los tiempos más antiguos, la Iglesia de Roma celebra la solemnidad de estos dos grandes apóstoles —maestros de la fe— como una única fiesta. Pedro fue la "roca" puesta como fundamento de la Iglesia; Pablo, la voz dada al Evangelio en su carrera entre los gentiles (los no judíos).

Recibieron de Dios un trato "peculiar". A Simón, hijo de Jonás, Jesucristo le cambió el nombre, anunciándole la entrega de una misión particular: confirmar en la doctrina a sus hermanos. Jesús rezó expresamente por él, para que su fe —como un don especial del Padre— jamás desfalleciera. Saulo de Tarso fue elegido mientras perseguía a los cristianos: se le apareció el Señor resucitado (unos 5 años después de la Ascensión), presentándosele como "Jesús, a quien tú persigues".

—Señor, en su martirio, Pedro y Pablo se dan un abrazo fraterno y se convierten en "hermanos". Concédeme la fortaleza para continuar la construcción de la "nueva Roma" cristiana que ellos —juntos— fundaron.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 29 de Junio: San Pedro y san Pablo, apóstoles

Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

Comentario: Mons. Pere TENA i Garriga Obispo Auxiliar Emérito de Barcelona (Barcelona, España)

«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»

Hoy es un día consagrado por el martirio de los apóstoles san Pedro y san Pablo. «Pedro, primer predicador de la fe; Pablo, maestro esclarecido de la verdad» (Prefacio). Hoy es un día para agradecer la fe apostólica, que es también la nuestra, proclamada por estas dos columnas con su predicación. Es la fe que vence al mundo, porque cree y anuncia que Jesús es el Hijo de Dios: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Las otras fiestas de los apóstoles san Pedro y san Pablo miran a otros aspectos, pero hoy contemplamos aquello que permite nombrarlos como «primeros predicadores del Evangelio» (Colecta): con su martirio confirmaron su testimonio.

Su fe, y la fuerza para el martirio, no les vino de su capacidad humana. No fue ningún hombre de carne y sangre quien enseñó a Pedro quién era Jesús, sino la revelación del Padre de los cielos (cf. Mt 16,17). Igualmente, el reconocimiento "de aquel que él perseguía" como Jesús el Señor fue claramente, para Saulo, obra de la gracia de Dios. En ambos casos, la libertad humana que pide el acto de fe se apoya en la acción del Espíritu.

La fe de los apóstoles es la fe de la Iglesia, una, santa, católica y apostólica. Desde la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, «cada día, en la Iglesia, Pedro continúa diciendo: 'Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo!'» (San León Magno). Desde entonces hasta nuestros días, una multitud de cristianos de todas las épocas, edades, culturas, y de cualquier otra cosa que pueda establecer diferencias entre los hombres, ha proclamado unánimemente la misma fe victoriosa.

Por el bautismo y la confirmación estamos puestos en el camino del testimonio, esto es, del martirio. Es necesario que estemos atentos al "laboratorio de la fe" que el Espíritu realiza en nosotros (Juan Pablo II), y que pidamos con humildad poder experimentar la alegría de la fe de la Iglesia.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Thursday 13th in Ordinary Time

Gospel text (Mt 9,1-8): Jesus got back into the boat, crossed the lake again, and came to his hometown. Here they brought a paralyzed man to him, lying on a bed. Jesus saw their faith and said to the paralytic, «Courage, my son! Your sins are forgiven». Then some teachers of the Law said to themselves, «This man insults God». Jesus was aware of what they were thinking, and said, «Why have you such evil thoughts? Which is easier to say: 'Your sins are forgiven' or 'Stand up and walk'? You must know that the Son of Man has authority on earth to forgive sins». He then said to the paralyzed man, «Stand up! Take your stretcher and go home». The man got up, and went home. When the crowds saw this, they were filled with awe and praised God for giving such power to human beings.

Comment: Fr. Francesc NICOLAU i Pous (Barcelona, Spain)

«Stand up! Take your stretcher and go home»

Today, we find one of the many evangelic manifestations evidencing the merciful goodness of the Lord. They all show many aspects, rich in details. Jesus' compassion, mercifully exerted, goes from resurrecting the dead or healing a leper to forgive a public woman sinner and going through the healing of many ailments and acceptance of repented sinners. The latter can also be found in parables, as the lost sheep, the lost drachma or the prodigal son.

Today's Gospel is another instance of the Saviour's mercy, in two different aspects at the same time: the illness of the body and the sickness of the soul. And, the soul being more important Jesus starts with it. He knows the sick man has repented of his faults, He sees his faith and that of those bringing him, and says: «Courage, my son! Your sins are forgiven» (Mt 9:2).

Why does He start like this without his having been asked to do so? He is, of course, aware of what the paralytic is thinking and He knows this is what he will appreciate the most, for when facing the sanctity of Jesus, the paralytic might feel confused and ashamed of his own faults and scared that they may hamper his healing. So the Lord wants to calm him first. Jesus does not care whether some teachers of the law murmur in their hearts. Not only, but a part of his message is to prove He has come to show his mercy towards sinners, and He now proclaims it.

And so, it happens that, while those blinded by their pride, think of themselves as if they were the only just ones and cannot accept Jesus' claim, those that sincerely consider themselves as sinners, do take Him in. It is towards those God condescends to forgive them. As St. Augustine says: «Great misery is a proud man, but a humble God's mercy is even greater». And, in this case, the divine mercy goes even further: as an additional complement of his forgiveness He heals the paralytic too: «Stand up! Take your stretcher and go home» (Mt 9:6). Jesus wants the sinner's joy to be complete.

We must reaffirm our confidence in him. But, we should remember we are also sinners, so let us not close ourselves to his Grace.


martes, 28 de junio de 2011

Benedicto XVI en Master?evangeli.net

Contemplar el Evangelio de hoy

Joseph Ratzinger va a cumplir 60 años de sacerdocio: ¡felicidades, Benedicto XVI! Él es el "maestro" de la fe —el verdadero "master"— en la Iglesia: Dios le ha elegido para esta misión.

Por eso, Master·evangeli.net ha incorporado (de un modo indirecto) al Papa en la redacción. Para ello, estamos pidiendo a nuestro equipo que redacte los breves comentarios de Master·evangeli.net inspirándose sobre todo en palabras, expresiones y argumentos de Benedicto XVI.

A partir de ahora la mayor parte de nuestros comentarios aparecerán "firmados" por: REDACCIÓN de evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI). Puedes ya verlo en el servicio de la fiesta de mañana: San Pedro y san Pablo, apóstoles (clica aquí).

Soñamos con difundir por todas partes las explicaciones —¡geniales!— del Papa. Desde Master·evangeli.net viviremos este sueño aprovechando la gran oportunidad de INTERNET. ¡Ayúdanos! Agradecidos como siempre, te saluda el Equipo de evangeli.net.

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Joseph Ratzinger va a cumplir 60 años de sacerdocio: ¡felicidades, Benedicto XVI! Él es el "maestro" de la fe —el verdadero "master"— en la Iglesia: Dios le ha elegido para esta misión.

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Benedict XVI in Master?evangeli.net

Contemplating today's Gospel

On June 29th Joseph Ratzinger will celebrate his 60th anniversary as an ordained priest: congratulations, Benedict XVI! He is the "master" of the faith —the actual "master" — in the Church: he was chosen by God for this mission.

This is why, Master·evangeli.net has incorporated (indirectly) the Pope in our editorials. We are, therefore, asking our team to prepare their brief commentaries of Master·evangeli.net by inspiring themselves preferentially in words, expressions and interpretations by Benedict XVI.

From now on, most of our commentaries will be "signed" by: EDITORIAL of evangeli.net (prepared from texts of Benedict XVI). You can already see it in the service of tomorrow’s festivity: Saints Peter and Paul, apostles (click here).

We dream of spreading all over the brilliant Pope’s explanations. From Master·evangeli.net we shall live this dream by taking advantage of the opportunities INTERNET offers. Please, help us!

Gratefully, as usual, and with best regards. The evangeli.net Team.

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Día litúrgico: Martes XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 8,23-27): En aquel tiempo, Jesús subió a la barca (…), increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?».

Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

Dios Creador

Hoy, la tempestad ruge furiosa. Los discípulos, expertos navegantes, tienen miedo. Jesús, en cambio, duerme. Se levanta, increpa al mar y sobreviene la bonanza. Sorprende la fuerza de la Palabra que domina la creación. La Palabra que calma la tempestad era el eco de la Palabra creadora de Dios: "¡Hágase!".

La creación es obra de amor: Dios Padre creó de la nada por la Palabra, que es su Hijo, mientras el Espíritu fecundaba las aguas. Creó para comunicar "afuera" su Amor. La creación es el inicio de la salvación. Tiene tres etapas: la del Padre va desde la Creación hasta el Mesías; la del Hijo, desde su encarnación hasta su glorificación; la del Espíritu Santo, desde Pentecostés al fin del mundo.

—Dios, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, os damos gracias por habernos creado, redimido y santificado, haciendo brillar en nosotros —vuestras criaturas— la fuerza fecunda de vuestro Amor.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Martes XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 8,23-27): En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero Él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?».

Comentario: Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

«Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza»

Hoy, Martes XIII del tiempo ordinario, la liturgia nos ofrece uno de los fragmentos más impresionantes de la vida pública del Señor. La escena presenta una gran vivacidad, contrastando radicalmente la actitud de los discípulos y la de Jesús. Podemos imaginarnos la agitación que reinó sobre la barca cuando «de pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas» (Mt 8,24), pero una agitación que no fue suficiente para despertar a Jesús, que dormía. ¡Tuvieron que ser los discípulos quienes en su desesperación despertaran al Maestro!: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» (Mt 8,25).

El evangelista se sirve de todo este dramatismo para revelarnos el auténtico ser de Jesús. La tormenta no había perdido su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación cuando el Señor, simplemente y tranquilamente, «se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza» (Mt 8,26). De la Palabra increpatoria de Jesús siguió la calma, calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada del cielo y del mar: la Palabra de Jesús se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos. «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8,26).

Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces. La sorpresa, la admiración, la maravilla de un cambio tan drástico en la situación que vivían despertó en ellos una pregunta central: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios» (Nicetas de Remesiana).

Cuando pensamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, el cual se nos acerca por la fe.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: June 29th: Sts. Peter & Paul, apostles

Gospel text (Mt 16,13-19): Jesus came to Caesarea Philippi. He asked his disciples, «Who do people say the Son of Man is?». They said, «For some of them you are John the Baptist, for others Elijah or Jeremiah or one of the prophets». Jesus asked them, «But you, who do you say I am?». Peter answered, «You are the Messiah, the Son of the living God». Jesus replied, «It is well for you, Simon Barjona, for it is not flesh or blood that has revealed this to you but my Father in heaven. And now I say to you: You are Peter (or Rock) and on this rock I will build my Church; and never will the powers of death overcome it. I will give you the keys of the kingdom of heaven: whatever you bind on earth shall be bound in heaven, and what you unbind on earth shall be unbound in heaven».

Comment: Mons. Pere TENA i Garriga Emeritus Auxiliar Bishop of Barcelona (Barcelona, Spain)

«You are the Messiah, the Son of the living God»

Today, is the day consecrated by the martyrdom of the apostles Peter and Paul! «Peter, our leader in faith; Paul, its fearless preacher who became the teacher of the world» (Preface). Today is a day to be grateful for the Apostolic Faith, which is also our faith, proclaimed by these two pillars of the Church through their preaching. It is the faith overcoming the world, because it believes and announces Jesus Christ as the Son of God: «You are the Messiah, the Son of the living God» (Mt 16:16). Other celebrations of St. Peter and St. Paul commemorate other aspects of their lives, but to day we contemplate the memory of the Apostles «through whom our religious life had its origin» (Collect): through their martyrdom they confirmed their testimony.

Their faith, and strength for martyrdom, did not come from their human capacity. For it was no man of flesh or blood that has revealed Peter who was Jesus, but the revelation of his Father in Heaven (cf. Mt 16:17). And likewise, it was indeed God's grace that made Saul recognize Jesus, the Lord, "as the one he was persecuting". In both cases, human freedom, necessary for the act of faith, leans on the Holy Spirit's action.

The faith of the apostles is the faith of the, one, holy, catholic and apostolic Church. Since Peter's confession at Caesarea Philippi, «every day, in the Church, Peter goes on saying: 'You are Christ, the Son of the living God'» (St. Leo the Great). Ever since, till our days, a crowd of Christians of all epochs, ages, cultures, and anything else that may differentiate men has unanimously proclaimed the same victorious faith.

Through Baptism and Confirmation we are paving a path to testimony, that is, a path to martyrdom. It is necessary that we are always attentive to the "laboratory of faith" that the Holy Spirit carries out upon us (John Paul II), and that we implore with humility to be able to experiment the joy of the faith of the Church.


lunes, 27 de junio de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: Lunes XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel tiempo, (…) un escriba se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (…).

Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

Pobreza: "des-atados" para ser libres

Hoy un escriba nos sorprende con su deseo de seguir a Jesús. Los escribas suelen aparecer hostiles al Señor, pero Él no tiene prejuicios y le presenta la condición esencial del discípulo: pobreza y desprendimiento, de los que Él mismo es modelo, pues no está atado a nada ni a nadie.

La libertad es la tremenda capacidad de escoger, y requiere una gran madurez personal. Es uno de los derechos humanos más reivindicados, pero quizá el peor comprendido. A menudo se cree que para ser libre hay que poseer riquezas, poder, influencia, autoridad. Pero la propiedad es una trampa: lo que creemos poseer, nos posee y esclaviza. La libertad evangélica es lo contrario: desprenderse, vaciarse, ser pobre. Es cuando somos soberanamente libres.

—Señor, nos has dicho que la Verdad nos hace libres. Danos tu Espíritu para que nada pueda arrebatarnos este tesoro y sólo Tú nos poseas y nosotros te poseamos.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Lunes XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Comentario: Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)

«Sígueme»

Hoy, el Evangelio nos presenta —a través de dos personajes— una cualidad del buen discípulo de Jesús: el desprendimiento de los bienes materiales. Pero antes, el texto de san Mateo nos da un detalle que no querría pasar por alto: «Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre...» (Mt 8,18). Las multitudes se reúnen cerca del Señor para escuchar su palabra, ser curados de sus dolencias materiales y espirituales; buscan la salvación y un aliento de Vida eterna en medio de los vaivenes de este mundo.

Como entonces, algo parecido pasa en nuestro mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, caemos en la trampa de querer llenar nuestro corazón de otros "dioses" que no pueden dar sentido a nuestra vida: el móvil, Internet, el viaje a las Bahamas, el trabajo desenfrenado para ganar más y más dinero, el coche mejor que el del vecino, o el gimnasio para lucir el mejor cuerpo del país.... Es lo que les pasa a muchos actualmente.

En contraste, resuena el grito lleno de fuerza y de confianza del Papa Juan Pablo II hablando a la juventud: «Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo». Para eso es preciso, como el Señor, el desprendimiento de todo aquello que nos ata a una vida demasiado materializada y que cierra las puertas al Espíritu.

«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (...). Sígueme» (Mt 8,22), nos dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada». Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Tuesday 13th in Ordinary Time

Gospel text (Mt 8,23-27): Jesus got into the boat and his disciples followed him. Without warning a fierce storm hit the lake, with waves sweeping the boat. But Jesus was asleep. They woke him and cried, «Lord save us! We are lost!». But Jesus answered, «Why are you so afraid, you of little faith?». Then He stood up and ordered the wind and sea; and it became completely calm. The people were astonished. They said, «What kind of man is he? Even the winds and the sea obey him».

Comment: Fr. Lluc TORCAL Monk of Santa Maria de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, Spain)

«Then he stood up and ordered the wind and sea; and it became completely calm»

Today, Tuesday 13th in ordinary time, the liturgy offers us one of the most shocking fragments of our Lord's public life. The scene shows a great vivacity that contrasts radically with the disciples' attitude and Jesus' behavior. We can imagine how frightened they must have been on the boat when «without warning a fierce storm hit the lake, with waves sweeping the boat» (Mt 8:24), though their distress was not enough to awake Jesus, who was sleeping. It was up to the disciples in despair to wake up the Master! «Lord save us! We are lost!» (Mt 8:25).

The evangelist, taking advantage of these dramatic events, reveals us the true essence of Jesus. The storm was still raging and the disciples full of fear and confusion, when Jesus, simply and calmly, «stood up and ordered the wind and sea; and it became completely calm» (Mt 8:26). Jesus' conjuring Word brought the calm over the waters; but this calm was not meant to affect only the turbulent winds and waters of the lake: Jesus' Word, above all, was addressed to appease his disciples' fearful hearts. «Why are you so afraid, you of little faith?» (Mt 8:26).

And from embarrassment and fear the disciples shifted to admiration and astonishment, for they had witnessed this prodigy, unheard of until then. The surprise, the admiration, the wonder of such a drastic change in a situation they were living arose in them a central question: «What kind of man is he? Even the winds and the sea obey him» (Mt 8:27). Who can assuage storms on earth and skies and, at the same time, those in men's hearts? Only He, who «sleeping as a man in a boat, can command the wind and the sea as God» (Nicetas of Remesiana).

Whenever we may be afraid the earth is collapsing under our feet, let us not forget that our Savior is God himself made man, and that He is always close to us.


domingo, 26 de junio de 2011

Master·evangeli.net

Master·evangeli.net

Día litúrgico: Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo(A)

Texto del Evangelio (Jn 6,51-58): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».

Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «(…)El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él (…)».

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

La Eucaristía

Hoy Jesús anuncia el don más precioso que —en su amor infinito— se dispone a regalarnos: Él mismo, su propio Cuerpo sacrificado y su Sangre derramada por nuestra salvación. Sólo una fe grande, sólo una gran confianza pueden dar crédito a esas palabras. Algunos judíos discutían y desconfiaban.

El hecho histórico es que Jesucristo, en la Última Cena, dijo: "Esto es mi Cuerpo…"; "Ésta es mi Sangre…". Su Cuerpo y su Sangre, literalmente. Cristo es Dios y puede hacerlo. Si Él lo ha dicho, ¿por qué dudar? La Iglesia Católica nunca ha dudado. No se nos pide entender el milagro, sino aceptarlo. Curiosamente, aquellos judíos que discutieron, poco antes, se habían beneficiado de la multiplicación de panes y peces: ¡un milagro que no discutieron!

—Jesús, confieso que con la Eucaristía "concentras" y perpetúas tu pasión, muerte y resurrección. Yo puedo vivir todo eso (hasta "comérmelo"), simplemente, recibiendo con fe tu Cuerpo en la Comunión. ¡Maravilloso!


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo(A)

Texto del Evangelio (Jn 6,51-58): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».

Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».

Comentario: Mons. Agustí CORTÉS i Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona, España)

«Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre»

Hoy, todo el mensaje que hemos de escuchar y vivir está contenido en "el pan". El capítulo sexto del Evangelio según san Juan refiere el milagro de la multiplicación de los panes, seguido de un gran discurso de Jesús, uno de cuyos fragmentos escuchamos hoy. Nos interesa mucho entenderle, no sólo para vivir la fiesta del "Corpus" y el sacramento de la Eucaristía, sino también para comprender uno de los mensajes centrales de su Evangelio.

Hay multitudes hambrientas que necesitan pan. Hay toda una humanidad abocada a la muerte y al vacío, carente de esperanza, que necesita a Jesucristo. Hay un Pueblo de Dios creyente y caminante que necesita encontrarle visiblemente para seguir viviendo de Él y alcanzar la vida. Tres clases de hambre y tres experiencias de saciedad, que corresponden a tres formas de pan: el pan material, el pan que es la persona de Jesucristo y el pan eucarístico.

Sabemos que el pan más importante es Jesucristo. Sin Él no podemos vivir de ninguna manera: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Pero Él mismo quiso dar de comer al hambriento y, además, hizo de ello un imperativo evangélico fundamental. Seguramente pensaba que era una buena manera de revelar y verificar el amor de Dios que salva. Pero también quiso hacerse accesible a nosotros en forma de pan, para que, quienes aún caminamos en la historia, permanezcamos en ese amor y alcancemos así la vida.

Quería ante todo enseñarnos que hemos de buscarle y vivir de Él; quiso demostrar su amor dando de comer al hambriento, ofreciéndose asiduamente en la Eucaristía: «El que coma este pan vivirá para siempre» (Jn 6,58). San Agustín comentaba este Evangelio con frases atrevidas y plásticas: «Cuando se come a Cristo, se come la vida (…). Si, pues, os separáis hasta el punto de no tomar el Cuerpo ni la Sangre del Señor, es de temer que muráis».


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Monday 13th in Ordinary Time

Gospel text (Mt 8,18-22): When Jesus saw the crowd press around him, Jesus gave orders to cross to the other shore. A teacher of the Law approached him and said, «Master, I will follow you wherever you go». Jesus said to him, «Foxes have holes and birds have nests, but the Son of Man has nowhere to lay his head». Another disciple said to him, «Lord, let me go and bury my father first». But Jesus answered him, «Follow me, and let the dead bury their own dead».

Comment: Fr, Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, Spain)

«Follow me»

Today, the Gospel presents us —through two personages— a quality the good disciple of Jesus must have: to dispense with all material goods. Before, however, St. Matthew's text points out to a detail I would not like to overlook: «When Jesus saw the crowd press around him...» (Mt 8:18). Crowds gather around the Lord to listen to his words, to be healed of their material and spiritual sicknesses; they are seeking their salvation and a breath of eternal Life amidst a world in conflict.

As at that time, something similar happens in today's world: more or less consciously, we, all, need God's help, to satiate our heart with true spiritual goods, such as a better knowledge of Jesus Christ and a life of friendship and love for Him. Otherwise, we risk tumbling into the trap that fills out our heart with other "gods" giving no meaning to our lives: mobile phones, Internet, tourist holidays to the Bahamas, a frantic work to make more money, a better car than your neighbour or a gym where to excel with the best figure of them all... Right now, this is what is happening to many of us.

In sharp contrast, though, John Paul II's outcry to the youth, full of force and confidence, resounds: «It is possible to be both modern and profoundly faithful to Jesus Christ». It is needed, for this, as the Lord says, our breaking away with what may link us to a much materialized way of life that serves no purpose other than closing the doors to the Holy Spirit.

«The Son of Man has nowhere to lay his head (...) Follow me» (Mt 8:22), says today's Gospel. And St. Gregory the Great reminds us: «Let temporal things be used, while keeping eternal realities in our desire; let earthly things be utilized for our trek, while desiring the eternal ones for the end of our journey». This is a good criterion to examine whether we are properly following Jesus.


sábado, 25 de junio de 2011

Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Sábado XII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 8,5-17): En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: 'Vete', y va; y a otro: 'Ven', y viene; y a mi siervo: 'Haz esto', y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído». Y en aquella hora sanó el criado.

Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades».

Comentario: Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé (Lleida, España)

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano»

Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).

Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «'Anda; que te suceda como has creído'. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).

¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto necesitamos.