viernes, 30 de septiembre de 2011

Master·evangeli.net

Master·evangeli.net

Día litúrgico: Viernes XXVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras (…)».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

El respeto por lo sagrado

Hoy el mundo occidental —particularmente Europa— merecería quizá la misma lamentación de Cristo ante las poblaciones de Corazín, Betsaida… Son sociedades que, habiendo conocido las obras de Jesucristo, ahora no le reconocen e, incluso, han llegado a perder el sentido y el respeto por lo sagrado.

Es fundamental para la convivencia de las culturas el respeto a lo que para los otros es sagrado (actitud que es lícito suponer también en quien no cree en Dios). Cuando se viola este respeto, se pierde algo esencial de una sociedad. En Occidente se multa a quien deshonra la fe de Israel o al Corán. En cambio, cuando se trata de Jesucristo y de lo que es sagrado para los cristianos, entonces la libertad de opinión aparece como el bien supremo (aun a costa de burlas contra lo cristiano).

—Señor, Autor de la paz, concede a nuestra sociedad el vivir una libertad (de opinión) siempre respetuosa con el honor y la dignidad del otro.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Viernes XXVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

Comentario: Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga (Sabadell, Barcelona, España)

«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha»

Hoy vemos a Jesús dirigir su mirada hacia aquellas ciudades de Galilea que habían sido objeto de su preocupación y en las que Él había predicado y realizado las obras del Padre. En ningún lugar como Corazín, Bet-Saida y Cafarnaúm había predicado y hecho milagros. La siembra había sido abundante, pero la cosecha no fue buena. ¡Ni Jesús pudo convencerles...! ¡Qué misterio, el de la libertad humana! Podemos decir "no" a Dios... El mensaje evangélico no se impone por la fuerza, tan sólo se ofrece y yo puedo cerrarme a él; puedo aceptarlo o rechazarlo. El Señor respeta totalmente mi libertad. ¡Qué responsabilidad para mí!

Las expresiones de Jesús: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!» (Lc 10,13) al acabar su misión apostólica expresan más sufrimiento que condena. La proximidad del Reino de Dios no fue para aquellas ciudades una llamada a la penitencia y al cambio. Jesús reconoce que en Sidón y en Tiro habrían aprovechado mejor toda la gracia dispensada a los galileos.

La decepción de Jesús es mayor cuando se trata de Cafarnaúm. «¿Hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás!» (Lc 10,15). Aquí Pedro tenía su casa y Jesús había hecho de esta ciudad el centro de su predicación. Una vez más vemos más un sentimiento de tristeza que una amenaza en estas palabras. Lo mismo podríamos decir de muchas ciudades y personas de nuestra época. Creen que prosperan, cuando en realidad se están hundiendo.

«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha» (Lc 10,16). Estas palabras con las que concluye el Evangelio son una llamada a la conversión y traen esperanza. Si escuchamos la voz de Jesús aún estamos a tiempo. La conversión consiste en que el amor supere progresivamente al egoísmo en nuestra vida, lo cual es un trabajo siempre inacabado. San Máximo nos dirá: «No hay nada tan agradable y amado por Dios como el hecho de que los hombres se conviertan a Él con sincero arrepentimiento».


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Saturday 26th in Ordinary Time

Gospel text (Lc 10,17-24): The seventy-two disciples returned full of joy. They said, «Lord, even the demons obeyed us when we called on your name». Then Jesus replied, «I saw Satan fall like lightning from heaven. You see, I have given you authority to trample on snakes and scorpions and to overcome all the power of the Enemy, so that nothing will harm you. Nevertheless, don't rejoice because the evil spirits submit to you; rejoice rather that your names are written in heaven».

At that time Jesus was filled with the joy of the Holy Spirit and said, «I praise you, Father, Lord of heaven and earth, for you have hidden these things from the wise and learned, and made them known to the little ones. Yes, Father, such has been your gracious will. I have been given all things by my Father, so that no one knows the Son except the Father, and no one knows the Father except the Son and he to whom the Son chooses to reveal him».

Then Jesus turned to his disciples and said to them privately, «Fortunate are you to see what you see, for I tell you that many prophets and kings would have liked to see what you see but did not, and to hear what you hear but did not hear it».

Comment: Fr. Josep VALL i Mundó (Barcelona, Spain)

«At that time Jesus was filled with the joy of the Holy Spirit and said, 'I praise you, Father, Lord of heaven and earth'»

Today, evangelist Luke tells us what brings Jesus to praise his Father for the benefits granted to Mankind. He rejoices for the revelation made to the very simple at heart, to the smaller ones of the Kingdom. Jesus shows his joy when realizing how they accept, understand and practice what, through Him, God tells them. On other occasions, when in intimate dialogue with his Father, Jesus will also praise him for always listening to Him. He praises that leper Samaritan who, having been healed —along with other nine—, is the only one that returned, and with a loud voice glorified and thanked Jesus for the benefit received.

St. Augustine writes: «What can we better carry in our heart, or say with our mouth, or write with the pen, than these words 'Thanks to God'? There is nothing that can be said so briefly, nor listened to with more joy, nor make you feel with more elation, nor done with more profit». This is what we are always to do with God and our neighbor, even for those gifts we are not aware of, as St. Josemaria Escriva used to write. Gratitude towards our parents, our friends, our teachers, our pals. Towards everybody that may help us, may spur us, may serve us. And logically, gratitude also, for our Mother the Church.

Gratitude is not a very "common" or practiced virtue, and, nevertheless, is one of the most pleasant to experiment. We must admit, though, that it is not an easy virtue to live with. St. Theresa asserted: «I have such a grateful heart that I could be bribed with a sardine». This has always been the saints' demeanor. And they have done it in three different ways, as St. Thomas Aquinas pointed out: first, trough the own awareness of the benefits received; secondly, by praising God externally with words; and, thirdly, by trying to pay back our benefactor with deeds, depending upon our own capabilities.


jueves, 29 de septiembre de 2011

Master·evangeli.net

Master·evangeli.net

Día litúrgico: 29 de Septiembre: Los santos ArcángelesMiguel, Gabriel y Rafael

Texto del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo (…): «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Hoy, celebrando a los Arcángeles, "vemos" el cielo. Un ángel es una criatura que está en la presencia de Dios. Los tres nombres de los Arcángeles —Miguel, Gabriel, Rafael— acaban con la palabra "El", que significa "Dios". Así, pues, Dios está inscrito en sus nombres, en su naturaleza. Su ser es estar "en Él" y "para Él". Además, son sus "mensajeros": llevan a Dios a los hombres; abren el cielo y, así, abren la tierra.

Miguel defiende la causa de la unicidad de Dios (sólo Dios es Dios) contra la presunción del "dragón", que intenta continuamente desacreditarle ante los hombres, y, además, nos protege. Gabriel es el mensajero de la encarnación de Dios: llama a la puerta de María y, a través de él, Dios mismo pide a María su "sí". Rafael se nos presenta como el ángel a quien está encomendada la misión de curarnos la "ceguera" de lo divino, causada por el materialismo.

—Santos Arcángeles, defendednos para que podamos permanecer en el amor de Dios.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 29 de Septiembre: Los santos ArcángelesMiguel, Gabriel y Rafael

Texto del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Comentario: Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano)

«Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre»

Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a todos la presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios. Lo rodean y están a su servicio.

«Subir y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido sobre una piedra durante su viaje a la tierra de origen de su familia (Mesopotamia), ve a los ángeles que "bajan y suben" por una misteriosa escalera que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está de pié junto a él y le comunica su mensaje. Notemos la relación entre la comunicación divina y la presencia activa de los ángeles.

Así, Gabriel, Miguel y Rafael aparecen en la Biblia como presentes en las vicisitudes terrenas y llevando a los hombres —como nos dice san Gregorio el Grande— las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, "arcángeles", es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes misiones.

Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención (cf. Lc 1). Miguel lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Rafael acompaña a Tobías "junior", lo defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda.

Aprendamos de esta celebración de los arcángeles que "suben y bajan" sobre el Hijo del hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en beneficio nuestro. Dan gloria a la Trinidad Santísima, y lo hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué devoción les debemos y cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Friday 26th in Ordinary Time

Gospel text (Lc 10,13-16): Jesus said, «Alas for you Chorazin! Alas for you Bethsaida! So many miracles have been worked in you! If the same miracles had been performed in Tyre and Sidon, they would already be sitting in ashes and wearing the sackcloth of repentance. Surely for Tyre and Sidon it will be better than for you on the Judgment Day. And what of you, city of Capernaum? Will you be lifted up to heaven? You will be thrown down to the place of the dead. Whoever listens to you listens to me, and whoever rejects you rejects me; and he who rejects me, rejects the one who sent me».

Comment: Fr. Jordi SOTORRA i Garriga (Sabadell, Barcelona, Spain)

«Whoever listens to you listens to me»

Today, we contemplate Jesus addressing his speech to some towns of Galilee where He had preached and carried out the works by his Father, and that had been the cause of his preoccupation. Nowhere had He preached and made miracles as He did in Chorazin, Bethsaida and Capernaum. The sowing had been plentiful, but the harvest had been meager. Not even Jesus could persuade them...! What a mystery human freedom is! We can say "no" to God... The evangelic message is not imposed upon us by force: it is offered to me but I can refuse it; I can accept it or reject it. Our Lord's respect for my freedom is total. What a responsibility for me!

Jesus' language: «Alas for you Chorazin! Alas for you Bethsaida!» (Lk 10:13) when his apostolic mission was over, is more indicative of suffering than of condemnation. The nearness of the Kingdom of God was not a call for penance and conversion for those towns. Jesus recognizes that Tyre and Sidon would have taken more advantage of all the grace granted to the Galilees.

But Jesus' frustration is even bigger when He refers to Capernaum. «Will you be lifted up to heaven? You will be thrown down to the place of the dead» (Lk 10:15). It was there where Peter had his home and Jesus had centered his preaching. Once again, we can detect in these words a feeling of sadness rather than a threat. We could, just as well, say the same out of many cities and persons of our time. They believe they are being lifted, but in fact, they are being thrown down.

«Whoever listens to you listens to me» (Lk 10:16). These words ending today's Gospel are a call to conversion and are bearers of hope. If we listen to Jesus' voice, we still have time. Conversion happens when love banishes selfishness from our life, which is a permanent unfinished task. St. Maximus will tell us: «Nothing is more pleasant and loved by God, than men convert to him with sincere contrition».


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Master·evangeli.net

Master·evangeli.net

Día litúrgico: Miércoles XXVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios» (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

La hora de Jesús (la llamada)

Hoy, en esta escena vemos que la existencia humana no es indiferenciada (sin sentido), sino que tiene "relieve": Dios llama al hombre y su llamada es "peculiar". La respuesta a esta llamada tiene preferencia y reclama la totalidad de nuestro ser. No basta con entregar una parte de uno mismo…

Para el cristiano significa que existe la "hora de Jesucristo", el instante que no puede aplazarse, porque no se puede calcular y decir: "Sí quiero, por supuesto, pero ahora…". Porque así se podría dejar escapar el instante de "mi" vida y perder —precisamente por culpa de estas cautelas— lo auténtico de "mi" propia vida, que ya nunca se puede recuperar. Hay la hora de "la llamada", que exige una decisión instantánea, ¡la decisión más importante! Tienen preferencia la razón de Jesús y su llamada: ¡llegan primero!

—Pido a mi Madre Santa María que sepa —como Ella— responder bien y a tiempo, posponiendo lo "razonable" ante este "más grande" que es Él. Sólo así llegaré verdaderamente hasta su cercanía.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Miércoles XXVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

Comentario: Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

«Sígueme»

Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar, con mucha claridad y no menor insistencia, sobre un punto central de nuestra fe: el seguimiento radical de Jesús. «Te seguiré adondequiera que vayas» (Lc 9,57). ¡Con qué simplicidad de expresión se puede proponer algo capaz de cambiar totalmente la vida de una persona!: «Sígueme» (Lc 9,59). Palabras del Señor que no admiten excusas, retrasos, condiciones, ni traiciones...

La vida cristiana es este seguimiento radical de Jesús. Radical, no sólo porque toda su duración quiere estar bajo la guía del Evangelio (porque comprende, pues, todo el tiempo de nuestra vida), sino -sobre todo- porque todos sus aspectos -desde los más extraordinarios hasta los más ordinarios- quieren ser y han de ser manifestación del Espíritu de Jesucristo que nos anima. En efecto, desde el Bautismo, la nuestra ya no es la vida de una persona cualquiera: ¡llevamos la vida de Cristo inserta en nosotros! Por el Espíritu Santo derramado en nuestros corazones, ya no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo quien vive en nosotros. Así es la vida cristiana, porque es vida llena de Cristo, porque rezuma Cristo desde sus más profundas raíces: es ésta la vida que estamos llamados a vivir.

El Señor, cuando vino al mundo, aunque «todo el género humano tenía su lugar, Él no lo tuvo: no encontró lugar entre los hombres (...), sino en un pesebre, entre el ganado y los animales, y entre las personas más simples e inocentes. Por esto dice: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (San Jerónimo). El Señor encontrará lugar entre nosotros si, como Juan el Bautista, dejamos que Él crezca y nosotros menguamos, es decir, si dejamos crecer a Aquel que ya vive en nosotros siendo dúctiles y dóciles a su Espíritu, la fuente de toda humildad e inocencia.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: September 29th: Michael, Gabriel and Raphael,Archangels

Gospel text (Jn 1,47-51): When Jesus saw Nathanael coming, He said of him, «Here comes an Israelite, a true one; there is nothing false in him». Nathanael asked him, «How do you know me?». And Jesus said to him, «Before Philip called you, you were under the fig tree and I saw you». Nathanael answered, «Master, you are the Son of God! You are the King of Israel!». But Jesus replied, «You believe because I said: 'I saw you under the fig tree'. But you will see greater things than that. Truly, I say to you, you will see the heavens opened and the angels of God ascending and descending upon the Son of Man».

Comment: Cardinal Jorge MEJÍA Archivist and Librarian of Holy Roman Church (Città del Vaticano, Vatican)

«You will see the heavens opened and the angels of God ascending and descending upon the Son of Man»

Today, in the feast of the Saints Archangels, Jesus manifests to his Apostles and to everybody else, the presence of his angels and their relation with him. They are in the Lord's celestial glory, where they perennially exalt the Son of man, who is the Son of God. They surround him and are at his service.

This «Ascending and descending» reminds us of the episode of the Patriarch Jacob, who, while sleeping over a stone, on his trip to the dwelling land of his ancestors (Mesopotamia), he had the vision of the angels "descending and ascending" by a mysterious ladder which reached from earth to heaven, and of Yahweh renewing to him the glorious promises which He had made to Abraham and Isaac. We should notice the relation between the divine communication and the active presence of the angels.

Gabriel, Michael and Raphael appear, thus, in the Bible witnessing men's earthly vicissitudes and bringing them —as St. Gregory the Great tells us— with their presence and their own deeds, those communications that can definitely change our lives. They are precisely named "archangels", that is, princes of the angels, because they are sent to the greatest missions.

Gabriel is sent to announce to the Blessed Virgin Mary the virginal conception of the Son of God (cf. Lk 1:28-30). Michael fights against the rebel angels who are cast out from Heaven (cf. Rev 12). He announces, thus, the mystery of his divine justice, which is also exerted against those rebelling angels, while assuring us of his victory —and ours too— over the Evil. Raphael accompanies the young Tobias, protects and advises him, and, finally, heals his father (cf. Tob). This way, we are told of the presence of angels beside each one of us: the angel we name the Guardian angel.

Let us learn from this celebration of the archangels "ascending and descending" upon the Son of man, that they serve God, but they serve him for our sake. They glorify the Holy Trinity, and they do it while serving us. And, consequently, we realize how much devotion we owe them and how grateful we should also be to the Father who sends them for our own good.


martes, 27 de septiembre de 2011

Master·evangeli.net

Master·evangeli.net

Día litúrgico: Martes XXVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,51-56): (…) Jesús envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

"Patologías de la razón" y "patologías de la religión"

Hoy, Jesucristo reprende a los Boanerges ("hijos del trueno"), por su disposición violenta, absolutamente injustificable. Sin paz entre la razón y la fe no puede haber tampoco paz en el mundo. Las "patologías de la religión" y las "patologías de la razón" son fatales porque "secan" las fuentes de la moral y del Derecho.

Las primeras instrumentalizan a Dios para absolutizar el propio poder: identifican lo "absoluto" (propio de Dios) con su comunidad e intereses. Entonces el bien es lo que sirve al propio poder; se desvanece la diferencia entre bien y mal; moral y Derecho se vuelven partidistas. Las "patologías de la razón", típicas de las ideologías totalitarias, desvinculan la razón respeto de Dios, pretendiendo —inútilmente— construir el hombre nuevo. Pero cuando la religión y la moral no pertenecen ya a la razón, entonces el hombre queda a merced de la "producción".

—Señor, la conciencia de ser creados por ti nos defiende del horror del "hombre producido" (que será destruido en cuanto cese su "utilidad"). ¡Somos tus hijos!


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Martes XXVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,51-56): Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.

Comentario: Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España)

«Volviéndose, les reprendió»

Hoy, en el Evangelio, contemplamos cómo «Santiago y Juan, dijeron: 'Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?'. Pero volviéndose, les reprendió» (Lc 9,54-55). Son defectos de los Apóstoles, que el Señor corrige.

Cuenta la historia de un aguador de la India que, en los extremos de un palo que colgaba en sus espaldas, llevaba dos vasijas: una era perfecta y la otra estaba agrietada, y perdía agua. Ésta —triste— miraba a la otra tan perfecta, y avergonzada un día dijo al amo que se sentía miserable porque a causa de sus grietas le daba sólo la mitad del agua que podía ganar con su venta. El trajinante le contestó: —Cuando volvamos a casa mira las flores que crecen a lo largo del camino. Y se fijó: eran flores bellísimas, pero viendo que volvía a perder la mitad del agua, repitió: —No sirvo, lo hago todo mal. El cargador le respondió: —¿Te has fijado en que las flores sólo crecen a tu lado del camino? Yo ya conocía tus fisuras y quise sacar a relucir el lado positivo de ellas, sembrando semilla de flores por donde pasas y regándolas puedo recoger estas flores para el altar de la Virgen María. Si no fueses como eres, no habría sido posible crear esta belleza.

Todos, de alguna manera, somos vasijas agrietadas, pero Dios conoce bien a sus hijos y nos da la posibilidad de aprovechar las fisuras-defectos para alguna cosa buena. Y así el apóstol Juan —que hoy quiere destruir—, con la corrección del Señor se convierte en el apóstol del amor en sus cartas. No se desanimó con las correcciones, sino que aprovechó el lado positivo de su carácter fogoso —el apasionamiento— para ponerlo al servicio del amor. Que nosotros también sepamos aprovechar las correcciones, las contrariedades —sufrimiento, fracaso, limitaciones— para "comenzar y recomenzar", tal como san Josemaría definía la santidad: dóciles al Espíritu Santo para convertirnos a Dios y ser instrumentos suyos.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Wednesday 26th in Ordinary Time

Gospel text (Lc 9,57-62): As Jesus and his disciples went on their way, a man said to him, «I will follow you wherever you go». Jesus said to him, «Foxes have holes and birds of the air have nests; but the Son of Man has nowhere to lay his head». To another Jesus said, «Follow me». But he answered, «Let me go back now, for first I want to bury my father». And Jesus said to him, «Let the dead bury their dead; as for you, leave them and proclaim the kingdom of God». Another said to him, «I will follow you, Lord, but first let me say goodbye to my family». And Jesus said to him, «Whoever has put his hand to the plow and looks back is not fit for the kingdom of God».

Comment: Fr. Lluc TORCAL Monk of Santa Maria de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, Spain)

«Follow me»

Today, the Gospel invites us to mull over the central point of our faith, in a clear and insistent way: the radical following of Jesus. «I will follow you wherever you go» (Lk 9:57). How easily can one suggest something that may completely change a person's life!: «Follow me!» (Lk 9:59). Our Lord's words admitting no excuses, delays, conditions or betrayals...

Christian life demands this radical following of Jesus. Radical, not only because it must be guided, all the way, by the Gospel (hence, to the last days of our life), but, mostly, because all their aspects, from the most extraordinary to the most ordinary ones, want to be and must be the manifestation of the Spirit of Jesus Christ inspiring us. In fact, since the day of our Baptism, our life is no longer that of just any person: we carry with us, in our body, the life of Christ! Because of the Holy Spirit instilled in our hearts, it is no longer us who live, but Jesus Christ who lives within us. This is what the Christian life is like, because it is Christ's full life, because it exudes Christ from his deepest roots: this is the life we are called to live.

When the Lord came to this world, «all mankind had its place, but He did not have one: He had nowhere to go amongst men (...), but to the barn, amongst the beasts, the animals, and the more innocent and unassuming people. This is why he says: 'Foxes have holes and birds of the air have nests, but the Son of Man has nowhere to lay his head'» (St Jerome). The Lord will find his place amongst us, if we, as John the Baptist did, let Him grow while we lessen, that is, if we let grow He who already lives inside us, while being ductile and obedient to his Spirit, the source of all humility and innocence.


lunes, 26 de septiembre de 2011

Master·evangeli.net

Master·evangeli.net

Día litúrgico: Lunes XXVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,46-50): En aquel tiempo (…), tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

La tolerancia virtuosa

Hoy, Jesucristo tiende un puente de "tolerancia" —incluso de "sana cooperación"— ante el arrebato de "exclusivismo" que se le escapa al apóstol Juan, no en vano apodado "hijo del trueno". Es una llamada de atención ante el peligro de la intolerancia y de la violencia. Para impedir que la fuerza del Derecho se transforme en arbitrariedad, debe someterse a criterios firmes que todos han de reconocer.

Además, son necesarios gestos de humanidad que interrumpan la intolerancia y la violencia, que busquen al hombre que hay en el otro y apelen a su humanidad, incluso cuando a primera vista parecerían un desperdicio. Es urgente un auténtico "ius gentium" libre de intenciones y de actos de predominio hegemónico: sólo así puede resultar claro que se trata de defender el Derecho común a todos, incluidos los que, por así decir, están en el frente opuesto.

—Señor, como cristiano deseo aprender la disposición a la reconciliación, haciendo todo lo posible para que prevalezca la conciencia, sin que la pisoteen ideologías o intereses particularistas.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Lunes XXVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,46-50): En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».

Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».

Comentario: Prof. Dr. Mons. Lluís CLAVELL (Roma, Italia)

«El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor»

Hoy, camino de Jerusalén hacia la pasión, «se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor» (Lc 9,46). Cada día los medios de comunicación y también nuestras conversaciones están llenas de comentarios sobre la importancia de las personas: de los otros y de nosotros mismos. Esta lógica solamente humana produce frecuentemente deseo de triunfo, de ser reconocido, apreciado, agradecido, y falta de paz, cuando estos reconocimientos no llegan.

La respuesta de Jesús a estos pensamientos —y quizá también comentarios— de los discípulos recuerda el estilo de los antiguos profetas. Antes de las palabras hay los gestos. Jesús «tomó a un niño, le puso a su lado» (Lc 9,47). Después viene la enseñanza: «El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor» (Lc 9,48). —Jesús, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar que esto no es una utopía para la gente que no está implicada en el tráfico de una tarea intensa, en la cual no faltan los golpes de unos contra los otros, y que, con tu gracia, lo podemos vivir todos? Si lo hiciésemos tendríamos más paz interior y trabajaríamos con más serenidad y alegría.

Esta actitud es también la fuente de donde brota la alegría, al ver que otros trabajan bien por Dios, con un estilo diferente al nuestro, pero siempre valiéndose del nombre de Jesús. Los discípulos querían impedirlo. En cambio, el Maestro defiende a aquellas otras personas. Nuevamente, el hecho de sentirnos hijos pequeños de Dios nos facilita tener el corazón abierto hacia todos y crecer en la paz, la alegría y el agradecimiento. Estas enseñanzas le han valido a santa Teresita de Lisieux el título de "Doctora de la Iglesia": en su libro Historia de una alma, ella admira el bello jardín de flores que es la Iglesia, y está contenta de saberse una pequeña flor. Al lado de los grandes santos —rosas y azucenas— están las pequeñas flores —como las margaritas o las violetas— destinadas a dar placer a los ojos de Dios, cuando Él dirige su mirada a la tierra.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Tuesday 26th in Ordinary Time

Gospel text (Lc 9,51-56): As the time drew near when Jesus would be taken up to heaven, He made up his mind to go to Jerusalem. He had sent ahead of him some messengers who entered a Samaritan village to prepare a lodging for him. But the people would not receive him because He was on his way to Jerusalem. Seeing this, James and John, his disciples said, «Lord, do you want us to call down fire from heaven to reduce them to ashes?». Jesus turned and rebuked them, and they went on to another village.

Comment: Fr. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, Spain)

«Jesus turned and rebuked them»

Today, in the Gospel, we can see how «James and John, his disciples said, 'Lord, do you want us to call down fire from heaven to reduce them to ashes?' But Jesus turned and rebuked them» (Lk 9:54-55). These were Apostles' shortcomings the Lord corrected.

There is a tale about a water carrier in India who, at the end of a stick of wood he had hanging on his back, he carried two vessels: one was perfectly made but the other was half cracked in its surface and was losing most of the water. This one —quite sadly— used to glance at the other, so perfect, until one day, quite ashamed, told its owner how miserable it felt because due to its cracks it could only give him half of the water he should be selling. But the water carrier told the vessel: —When we get back home look at the flowers growing along the way. And, sure enough, the vessel did look at them: they were indeed the most beautiful flowers, but realizing its cracks were again dropping half of its water, the vessel insisted: —I am worthless, I do everything wrong. But the carrier said: —Did you notice that these flowers only grow on your side of the way? I knew you had cracks so I figured out how to take advantage of them, and I sowed the seeds of the flowers where you dropped the water and, by watering them as you did I am now able to pick these flowers for God's Mother altar. If you were not as you are, this beauty could not have been created.

In a way, we are all like this cracked vessel, but God knows quite well his sons and gives us the possibility to take advantage of our cracks-defects for something good. Thus, the apostle John —that today wants to destroy—, with Lord's correction, becomes, in his letters, the apostle of love. The chastening did not discourage him, but he could rather see the positive side of his burning temperament —impassionate— by placing it at the service of love. Let us hope we will also know how to take advantage of the corrections, drawbacks —sufferings, failures, limitations— to "start and restart", as St. Josemaria defined saintliness: docile to the Holy Spirit in converting ourselves to God and become his instruments.


domingo, 25 de septiembre de 2011

Master·evangeli.net

Master·evangeli.net

Día litúrgico: Domingo XXVI (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 20,28-32): En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: 'Hijo, vete hoy a trabajar en la viña'. Y él respondió: 'No quiero', pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: 'Voy, Señor', y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?». «El primero», le dicen (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Conversión: el hombre acepta depender del verdadero Creador

Hoy, meditando la reacción del segundo hermano, notamos que "conversión" significa más que una simple rectificación; conlleva un alcance más profundo: el hombre renuncia a ser su propio creador (no es el arquitecto de su propia vida), y acepta depender del verdadero Creador; acepta que en esta dependencia consiste la verdadera libertad y que la libertad de la autonomía que pretende emanciparnos del Creador no es verdadera libertad, sino ilusión y engaño.

"Convertirse" quiere decir: aceptar los sufrimientos de la vedad. La conversión exige que la verdad, la fe y el amor lleguen a ser más importantes que nuestra vida biológica, que el bienestar, el éxito, el prestigio y tranquilidad de nuestra existencia. El prestigio, la tranquilidad y la comodidad son los falsos dioses que más impiden la verdad y el progreso en la vida personal y social.

—Señor, cuando acepto esta primacía de la verdad estoy cargando con mi cruz y participo en la cultura del amor, que es la cultura de la cruz.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Domingo XXVI (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 20,28-32): En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: 'Hijo, vete hoy a trabajar en la viña'. Y él respondió: 'No quiero', pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: 'Voy, Señor', y no fue.

»¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?». «El primero», le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en Él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en Él».

Comentario: Dr. Josef ARQUER (Tréveris, Alemania)

«¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?»

Hoy, contemplamos al padre y dueño de la viña pidiendo a sus dos hijos: «Hijo, vete hoy a trabajar en la viña» (Mt 21,29). Uno dice "sí", y no va. El otro dice "no", y va. Ninguno de los dos mantiene la palabra dada.

Seguramente, el que dice "sí" y se queda en casa no pretende engañar a su padre. Será simplemente pereza, no sólo "pereza de hacer", sino también de reflexionar. Su lema: "A mí, ¿qué me importa lo que dije ayer?".

Al del "no", sí que le importa lo que dijo ayer. Le remuerde aquel desaire con su padre. Del dolor arranca la valentía de rectificar. Corrige la palabra falsa con el hecho certero. "Errare, humanum est?". Sí, pero más humano aún —y más concorde con la verdad interior grabada en nosotros— es rectificar. Aunque cuesta, porque significa humillarse, aplastar la soberbia y la vanidad. Alguna vez habremos vivido momentos así: corregir una decisión precipitada, un juicio temerario, una valoración injusta... Luego, un suspiro de alivio: —Gracias, Señor!

«En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios» (Mt 21,31). San Juan Crisóstomo resalta la maestría psicológica del Señor ante esos "sumos sacerdotes": «No les echa en cara directamente: '¿Por qué no habéis creído a Juan?', sino que antes bien les confronta —lo que resulta mucho más punzante— con los publicanos y prostitutas. Así les reprocha con la fuerza patente de los hechos la malicia de un comportamiento marcado por respetos humanos y vanagloria».

Metidos ya en la escena, quizá echemos de menos la presencia de un tercer hijo, dado a las medias tintas, en cuyo talante nos sería más fácil reconocernos y pedir perdón, avergonzados. Nos lo inventamos —con permiso del Señor— y le oímos contestar al padre, con voz apagada: 'Puede que sí, puede que no…'. Y hay quien dice haber oído el final: 'Lo más probable es que a lo mejor quién sabe…'.