lunes, 31 de octubre de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: Lunes XXXI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 14,12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos (…), no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres (…); y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

El "principio de gratuidad" en la actividad económica

Hoy se ha de reconocer que el desarrollo económico está siendo aquejado por desviaciones y problemas dramáticos. La crisis actual nos pone improrrogablemente ante decisiones que afectan cada vez más al destino mismo del hombre, el cual, por lo demás, no puede prescindir de su naturaleza.

El ser humano está hecho para el don. Tanto en el orden de las ideas como de los comportamientos, no sólo no se pueden olvidar los principios tradicionales de la ética social (transparencia, honestidad, responsabilidad…), sino que el "principio de gratuidad" y la "lógica del don", como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria. Esto es una exigencia del hombre en el momento actual, pero también de la razón económica misma.

—En la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común. Se trata, en definitiva, de una forma concreta y profunda de "democracia económica".


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Lunes XXXI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 14,12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».

Comentario: Fr. Austin Chukwuemeka IHEKWEME (Ikenanzizi, Nigeria)

«Cuando des un banquete, llama a los pobres, (...) porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos»

Hoy, el Señor nos enseña el verdadero sentido de la generosidad cristiana: el darse a los demás. «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa» (Lc 14,12).

El cristiano se mueve en el mundo como una persona corriente; pero el fundamento del trato con sus semejantes no puede ser ni la recompensa humana ni la vanagloria; debe buscar ante todo la gloria de Dios, sin pretender otra recompensa que la del Cielo. «Al contrario, cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos» (Lc 14,13-14).

El Señor nos invita a darnos incondicionalmente a todos los hombres, movidos solamente por amor a Dios y al prójimo por el Señor. «Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente» (Lc 6,34).

Esto es así porque el Señor nos ayuda a entender que si nos damos generosamente, sin esperar nada a cambio, Dios nos pagará con una gran recompensa y nos hará sus hijos predilectos. Por esto, Jesús nos dice: «Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo» (Lc 6,35).

Pidamos a la Virgen la generosidad de saber huir de cualquier tendencia al egoísmo, como su Hijo. «Egoísta. —Tú, siempre a "lo tuyo". —Pareces incapaz de sentir la fraternidad de Cristo: en los demás, no ves hermanos; ves peldaños (...)» (San Josemaría).


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: November 1st: All Saints

Gospel text (Mt 5,1-12a): When Jesus saw the crowds, He went up the mountain. He sat down and his disciples gathered around him. Then he spoke and began to teach them: «Fortunate are those who are poor in spirit, for theirs is the kingdom of heaven. Fortunate are those who mourn, they shall be comforted. Fortunate are the gentle, they shall possess the land. Fortunate are those who hunger and thirst for justice, for they shall be satisfied. Fortunate are the merciful, for they shall find mercy. Fortunate are those with a pure heart, for they shall see God. Fortunate are those who work for peace, they shall be called children of God. Fortunate are those who are persecuted for the cause of justice, for theirs is the kingdom of heaven. Fortunate are you, when people insult you and persecute you and speak all kinds of evil against you because you are my followers. Be glad and joyful, for a great reward is kept for you in God. This is how this people persecuted the prophets who lived before you».

Comment: Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Emeritus Bishop of Lleida (Lleida, Spain)

«Be glad and joyful»

Today, we celebrate the reality of the Mystery of Salvation. A reality that we evince in the "Creed" and which is very soothing: «I believe in the communion of saints». All saints, who have already passed from death into eternal life, from the Virgin Mary on, form a wholeness: they represent the Church of the Blessed, whom Jesus congratulates: «Fortunate are those with a pure heart, for they shall see God!» (Mt 5:8). At the same time, they join us in communion, too. Because the saints already enjoy the eternal vision of God, they cannot be united to us through faith and hope; but, they can, instead, be united to us through charity. «So faith, hope, love remain, these three; but the greatest of these is love» (1Cor 13:13). Charity understood as that kind of love that links us, through them, to the same Father, to the very same Christ Redeemer and to the same Holy Spirit. The kind of love that makes them solidary and solicitous with us. Therefore, it is not that we venerate the saints only because of their exemplarity. There is a stronger reason than that: to be united in Spirit with the whole Church invigorated by the practice of the fraternal charity.

Because of this deep and profound unity we must feel close to all those saints that, before us, have believed what we now believe, have waited for what we are now waiting and, mostly, have loved God Father and their brothers, men also seeking the imitation of Christ's love.

The saint apostles, the saint martyrs, the saint confessors, who have lived through history are, therefore, our brothers and our intercessors; on them, these prophetical words of Jesus have been fulfilled: «Fortunate are you, when people insult you and persecute you and speak all kinds of evil against you because you are my followers. Be glad and joyful, for a great reward is kept for you in God» (Mt 5:11-12). The treasures of their sanctity are like family assets, which we can rely upon. These are the treasures in heaven, which Jesus invites us to store up (cf. Mt 6:20). As the Vatican Council II asserts, «So by their fraternal concern is our weakness greatly helped» (Lumen gentium, 49). This solemnity brings some comforting news, which invite us to joyous festivities and celebrations.


domingo, 30 de octubre de 2011

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Día litúrgico: Domingo XXXI (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas (…). Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo (…)»

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Origen del "Derecho Natural"

Hoy no es fácil discernir lo que es justo en cuestiones antropológicas fundamentales. ¿Podría existir una "cátedra" aceptable para todos? ¿Cómo distinguir entre el bien y el mal, entre el Derecho verdadero y el "derecho aparente"? En lo referente a la dignidad del hombre, evidentemente, el principio de "la mayoría" no basta.

Históricamente, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados de modo religioso. Sin embargo, el cristianismo nunca ha impuesto a la sociedad un "Derecho revelado", sino que se ha remitido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del Derecho; se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que presupone que ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios. Efectivamente, los teólogos cristianos se sumaron al movimiento filosófico y jurídico surgido en el siglo II a.C., cuando se "encontraron" el Derecho Natural social (desarrollado por los filósofos estoicos) y el Derecho Romano.

—De este contacto "providencial" nació la cultura jurídica occidental, cuya importancia es determinante para la humanidad.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Domingo XXXI (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Comentario: Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido (Sabadell, Barcelona, España)

«El que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»

Hoy, el Señor nos hace un retrato de los notables de Israel (fariseos, maestros de la Ley…). Éstos viven en una situación superficial, no son más que apariencia: «Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres» (Mt 23,5). Y, además, cayendo en la incoherencia, «porque dicen y no hacen» (Mt 23,3), se hacen esclavos de su propio engaño al buscar sólo la aprobación o la admiración de los hombres. De esto depende su consistencia. Por sí mismos no son más que patética vanidad, orgullo absurdo, vaciedad… necedad.

Desde los inicios de la humanidad continúa siendo la tentación más frecuente; la antigua serpiente continúa susurrándonos al oído: «El día en que comiereis de él el fruto del árbol que está en medio del jardín, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal» (Gn 3,5). Y continuamos cayendo en ello, nos hacemos llamar: "rabí", "padre" y "guías"… y tantos otros ampulosos calificativos. Demasiadas veces queremos ocupar el lugar que no nos corresponde. Es la actitud farisaica.

Los discípulos de Jesús no han de ser así, más bien al contrario: «El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,11). Y como que tenemos un único Padre, todos ellos son hermanos. Como siempre, el Evangelio nos deja claro que no podemos desvincular la dimensión vertical (Padre) y la horizontal (nuestro) o, como explicitaba el domingo pasado, «amarás al Señor, tu Dios (…). Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22,37.39).

Toda la liturgia de la Palabra de este domingo está impregnada por la ternura y la exigencia de la filiación y de la fraternidad. Fácilmente resuenan en nuestro corazón aquellas palabras de san Juan: «Si alguno dice: 'Amo a Dios', y aborrece a su hermano, es un mentiroso» (1Jn 4,20). La nueva evangelización —cada vez más urgente— nos pide fidelidad, confianza y sinceridad con la vocación que hemos recibido en el bautismo. Si lo hacemos se nos iluminará «el caminó de la vida: hartura de goces, delante de tu rostro, a tu derecha, delicias para siempre» (Sal 16,11).


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Monday 31st in Ordinary Time

Gospel text (Lc 14,12-14): On a sabbath, Jesus went to dine at the home of one of the leading Pharisees. He addressed the man who had invited him and said, «When you give a lunch or a dinner, don't invite your friends, or your brothers and relatives and wealthy neighbors. For surely they will also invite you in return and you will be repaid. When you give a feast, invite instead the poor, the crippled, the lame and the blind. Fortunate are you then, because they can't repay you; you will be repaid at the Resurrection of the upright».

Comment: Fr. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, Spain)

«When you give a feast, invite instead the poor (…). Fortunate are you then, because they can't repay you; you will be repaid at the Resurrection of the upright»

Today, the Lord teaches us the true meaning of Christian generosity: to learn how to devote ourselves to others. «When you give a lunch or a dinner, don't invite your friends, or your brothers and relatives and wealthy neighbors. For surely they will also invite you in return and you will be repaid» (Lk 14:12).

Christians move about in this world as any other person; but the fundamental purpose to deal with our neighbor cannot be either humans rewards or the vainglory; over everything else, we have to seek the Glory of God pretending no other recompense than Heaven. «When you give a feast, invite instead the poor, the crippled, the lame and the blind. Fortunate are you then, because they can't repay you; you will be repaid at the Resurrection of the upright» (Lk 42:13-14).

The Lord invites all of us to give ourselves unconditionally to all men, motivated only by our love to God and to our brothers in the Lord. «And if you lend to them of whom you hope to receive, what thank have you? for sinners also lend to sinners, to receive as much again» (Lk 6:34).

Things are like that because the Lord helps us to understand that, if we give ourselves unselfishly, without expecting anything in return, God will repay us with a greater reward and will confirm us as his favorite children. This is why Jesus tells us: «But love you your enemies, and do good, and lend, hoping for nothing again; and your reward shall be great, and you shall be the children of the Highest» (Lk 6:35).

Let us beg from the Mother of God enough generosity so that we can elude any temptation of selfishness, as his Son did. «Selfish! You...always looking out for yourself. You seem unable to feel the brotherhood of Christ. In others you don't see brothers; you see stepping-stones. (...)» (St. Josemaria Escriva).


sábado, 29 de octubre de 2011

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Día litúrgico: Sábado XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 14,1.7-11): Un sábado, sucedió que, habiendo ido Jesús a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo (…): «Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

La acción política: un compromiso con la justicia

Hoy Jesucristo denuncia el afán de prevalecer ante los demás, particularmente de quienes están constituidos en autoridad. Es oportuno recordar lo que el rey Salomón —en su entronización— pidió a Dios: ni riqueza, ni la eliminación de los enemigos…, sino un corazón dócil para saber juzgar al pueblo "de Dios" y "distinguir entre el bien y mal".

La motivación para el trabajo del político no debe ser el éxito y, mucho menos, el beneficio material, sino el compromiso por la justicia, creando así las condiciones básicas para la paz. Lógicamente, un político buscará el éxito, sin el cual nunca tendría la posibilidad de una acción política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el Derecho y a la comprensión del Derecho.

—Servir al Derecho y combatir el dominio de la injusticia es el deber fundamental del político. Dios-Soberano, en este momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber nos urge especialmente.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Sábado XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 14,1.7-11): Un sábado, sucedió que, habiendo ido Jesús a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: 'Deja el sitio a éste', y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: 'Amigo, sube más arriba'. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Comentario: Rev. D. Josep FONT i Gallart (Tremp, Lleida, España)

«Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos...»

Hoy, ¿os habéis fijado en el inicio de este Evangelio? Ellos, los fariseos, le estaban observando. Y Jesús también observa: «Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos» (Lc 14,1). ¡Qué manera tan diferente de observar!

La observación, como todas las acciones internas y externas, es muy diferente según la motivación que la provoca, según los móviles internos, según lo que hay en el corazón del observador. Los fariseos —como nos dice el Evangelio en diversos pasajes— observan a Jesús para acusarlo. Y Jesús observa para ayudar, para servir, para hacer el bien. Y, como una madre solícita, aconseja: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto» (Lc 13,8).

Jesús dice con palabras lo que Él es y lo que lleva en su corazón: no busca ser honrado, sino honrar; no piensa en su honor, sino en el honor del Padre. No piensa en Él sino en los demás. Toda la vida de Jesús es una revelación de quién es Dios: "Dios es amor".

Por eso, en Jesús se hace realidad —más que en nadie— su enseñanza: «Se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres (…). Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre» (Flp 2,7.9).

Jesús es el Maestro en obras y palabras. Los cristianos queremos ser sus discípulos. Solamente podemos tener la conducta del Maestro si dentro de nuestro corazón tenemos lo que Él tenía, si tenemos su Espíritu, el Espíritu de amor. Trabajemos para abrirnos totalmente a su Espíritu y para dejarnos tomar y poseer completamente por Él.

Y eso sin pensar en ser "ensalzados", sin pensar en nosotros, sino sólo en Él. «Aunque no hubiera cielo, yo te amara; aunque no hubiera infierno te temiera; lo mismo que te quiero te quisiera» (Autor anónimo). Llevados solamente por el amor.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Sunday 31st (A) in Ordinary Time

Gospel text (Mt 23,1-12): Jesus said to the crowds and to his disciples: «The teachers of the Law and the Pharisees sat on the seat of Moses. So you shall do and observe all they say, but do not do as they do, for they do not do what they say. They tie up heavy burdens and load them on the shoulders of the people, but they do not even raise a finger to move them. They do everything in order to be seen by people; so they wear very wide bands of the Law around their foreheads, and robes with large tassels. They enjoy the first place at feasts and reserved seats in the synagogues, and being greeted in the marketplace and being called "Master" by the people.

»But you, do not let yourselves be called "Master" because you have only one Master, and all of you are brothers and sisters. Neither should you call anyone on earth "Father", because you have only one Father, he who is in heaven. Nor should you be called "leader", because Christ is the only leader for you. Let the greatest among you be the servant of all. For whoever makes himself great shall be humbled, and whoever humbles himself shall be made great».

Comment: Fr. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido (Sabadell, Barcelona, Spain)

«Whoever makes himself great shall be humbled, and whoever humbles himself shall be made great»

Today, the Lord depicts for us the Israel notable (Pharisees, teachers of the Law...). They live superficially, they are nothing but appearances: «They do everything in order to be seen by people» (Mt 23:5). And, on top, they fall into full incoherence, «for they do not do what they say» (Mt 23:3); they become slaves of their own self-deception as they are only seeking from men approval and appraisal. Their own consistency depends upon that. By themselves they are nothing but pathetic vanity, absurd pride, emptiness... conceit.

From the beginning of Mankind it keeps on being the most frequent temptation; the same cunning serpent goes on whispering in our ear: «No, God knows well that the moment you eat of it your eyes will be opened and you will be like gods who know what is good and what is bad» (Gn 3:5). And we keep on stumbling through, we let ourselves to be called: "rabbi", "father" and "leader"... and so many other futile qualificatives. More often than not, we want to fill places we are not fit for. It is the Pharisaic attitude.

Jesus' disciples ought not to be like that, on the contrary: «Let the greatest among you be the servant of all» (Mt 23:11). And, as they all have the same Father, they are all brothers. As usual, the Gospel clearly establishes we cannot separate the vertical dimension (Father) and the horizontal one (ours) or, as specified in last Sunday's Gospel, «You shall love the Lord, your God (…) and you shall love your neighbor as yourself» (Mt 22:37-39).

The entire liturgy of the Word for this Sunday is full of the tenderness and demand of filiation and fraternity. St. John's words reverberate in our heart: «If anyone says, 'I love God', but hates his brother, he is a liar» (1Jn 4:20). The new evangelization —more urgent, every day— demands from us more fidelity, confidence and sincerity along with the vocation we have received through the Baptism. If we do it our path of life will be lit up, «You will show me the path of life; In Your presence is fullness of joy; at Your right hand are pleasures forevermore» (Ps 16:11).


viernes, 28 de octubre de 2011

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Día litúrgico: 28 de Octubre: San Simón y san Judas, apóstoles

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

San Simón y san Judas, apóstoles

Hoy celebramos a Simón el Cananeo y Judas Tadeo. En las listas de los Doce siempre aparecen juntos. Simón recibe un epíteto diferente en las cuatro listas: Mateo y Marcos lo llaman "Cananeo"; Lucas lo define "Zelota". En realidad, los dos calificativos significan lo mismo: "ser celoso, apasionado".

Es muy posible que este Simón, si no pertenecía propiamente al movimiento nacionalista de los zelotas, al menos se distinguiera por un celo ardiente por la identidad judía y, consiguientemente, por Dios, por su pueblo y por la Ley divina. Si es así, Simón está en los antípodas de Mateo que, por el contrario, como publicano procedía de una actividad considerada totalmente impura. Es un signo evidente de que Jesús llama a sus discípulos y colaboradores de los más diversos estratos sociales y religiosos, sin exclusiones.

—El grupo de los Doce es la prefiguración de la Iglesia, en la que deben encontrar espacio todos los carismas, pueblos y razas que alcanzan su armonía en la comunión con Jesús.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 28 de Octubre: San Simón y san Judas, apóstoles

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

Comentario: +Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas (Barcelona, España)

«Jesús se fue al monte a orar»

Hoy contemplamos un día entero de la vida de Jesús. Una vida que tiene dos claras vertientes: la oración y la acción. Si la vida del cristiano ha de imitar la vida de Jesús, no podemos prescindir de ambas dimensiones. Todos los cristianos, incluso aquellos que se han consagrado a la vida contemplativa, hemos de dedicar unos momentos a la oración y otros a la acción, aunque varíe el tiempo que dediquemos a cada una. Hasta los monjes y las monjas de clausura dedican bastante tiempo de su jornada a un trabajo. Como contrapartida, los que somos más "seculares", si deseamos imitar a Jesús, no deberíamos movernos en una acción desenfrenada sin ungirla con la oración. Nos enseña san Jerónimo: «Aunque el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas horas determinadas a este ejercicio».

¿Es que Jesús necesitaba de largos ratos de oración en solitario cuando todos dormían? Los teólogos estudian cuál era la psicología de Jesús hombre: hasta qué punto tenía acceso directo a la divinidad y hasta qué punto era «hombre semejante en todo a nosotros, menos en el pecado» (He 4,5). En la medida que lo consideremos más cercano, su "práctica" de oración será un ejemplo evidente para nosotros.

Asegurada ya la oración, sólo nos queda imitarlo en la acción. En el fragmento de hoy, lo vemos "organizando la Iglesia", es decir, escogiendo a los que serán los futuros evangelizadores, llamados a continuar su misión en el mundo. «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,13). Después lo encontramos curando toda clase de enfermedad. «Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos» (Lc 6,19), nos dice el evangelista. Para que nuestra identificación con Él sea total, únicamente nos falta que también de nosotros salga una fuerza que sane a todos, lo cual sólo será posible si estamos injertados en Él, para que demos mucho fruto (cf. Jn 15,4).


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Saturday 30th in Ordinary Time

Gospel text (Lc 14,1.7-11): One Sabbath Jesus had gone to eat a meal in the house of a leading Pharisee, and he was carefully watched. Jesus then told a parable to the guests, for He had noticed how they tried to take the places of honor. And He said, «When you are invited to a wedding party, do not choose the best seat. It may happen that someone more important than you has been invited, and your host, who invited both of you, will come and say to you: 'Please give this person your place'. What shame is yours when you take the lowest seat! Whenever you are invited, go rather to the lowest seat, so that your host may come and say to you: 'Friend, you must come up higher'. And this will be a great honor for you in the presence of all the other guests. For whoever makes himself out to be great will be humbled, and whoever humbles himself will be raised».

Comment: Fr. Josep FONT i Gallart (Tremp, Lleida, Spain)

«He had noticed how they tried to take the places of honor»

Today, did you notice the beginning of this Gospel? «They the Pharisees were carefully watching him». Jesus also watched and «noticed how they tried to take the places of honor» (Lk 14:1). But... what a different way to watch!

Watching, as any other internal or external action, substantially varies depending upon the motivations that provoke it, depending upon the internal motives, upon what the observer's heart has inside. The Pharisees —as mentioned in different places of the Gospel— always observe Jesus to try to incriminate him in something wrong. And Jesus observes to help, to serve, to do well. And, as a loving mother, advises: «When you are invited to a wedding party, do not choose the best seat» (Lk 13:8).

Jesus says with words whatever He is, whatever He has in his heart: He is not looking to be honored but to honor; He does not think of his honor, but of his Father's glorification. He does not think of himself but of the other. Jesus' whole life is a revelation of who God is: "God is love".

This is why, in Jesus, it becomes a reality —more than in anybody else— his teaching: «Rather, He emptied himself, taking the form of a slave, coming in human likeness; and found human in appearance (…) Because of this, God greatly exalted him and bestowed on him the name that is above every name» (Phil 2:7.9).

Jesus is Master in deeds and words. We, Christians, want to be his disciples. We can only assume the Master's behavior if we have inside our heart what He had, if we have his Spirit, his Spirit of love. Let us work to completely open ourselves to his Spirit and to let him get hold of us and be entirely possessed by him.

And, let us do this, without thinking of being "enhanced", without thinking of us, but only of him. «Should there be no heaven, I would love you; should there be no hell, I would be afraid of you; just as I love you I should love you» (Author unknown). Being only carried by love.


jueves, 27 de octubre de 2011

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Día litúrgico: Jueves XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,31-35): En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana (…)».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

La política al servicio del hombre

Hoy Jesucristo denuncia al "rey", de quien cabría esperar la promoción de la paz vinculada a la justicia. La política es el ámbito de la razón: no de una razón técnico-calculadora, sino "moral", ya que el fin último del Estado y de toda política es de naturaleza moral (la paz, la justicia…). La restitución de la "razón moral" (lo razonablemente bueno para el hombre) exige depurar lo "no-razonable".

Habiendo caído las ideologías, urge desmitificar aquellos valores que se han desvirtuado al otorgarles un carácter absoluto: progreso, ciencia, libertad… ¡También, la "mayoría"! Ninguno de éstos constituye, en sí, un criterio último sobre el bien del hombre. Existen valores que ni las mayorías pueden poner en discusión. Pero, ¿cuáles? Una primera respuesta nos la ofrece el "Decálogo", considerando que éste no es propiedad privada de cristianos y judíos.

—El "Decálogo" es una expresión altísima de razón moral que, como tal, coincide ampliamente con la sabiduría de las otras grandes culturas. La fe no sustituye a la razón, pero puede contribuir a resaltar valores esenciales.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Jueves XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,31-35): En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: 'Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén'.

»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».

Comentario: Rev. D. Àngel Eugeni PÉREZ i Sánchez (Barcelona, España)

«¡Jerusalén, Jerusalén! (...) ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos (...) y no habéis querido!»

Hoy podemos admirar la firmeza de Jesús en el cumplimiento de la misión que le ha encomendado el Padre del cielo. Él no se va a detener por nada: «Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana» (Lc 13,32). Con esta actitud, el Señor marcó la pauta de conducta que a lo largo de los siglos seguirían los mensajeros del Evangelio ante las persecuciones: no doblegarse ante el poder temporal. San Agustín dice que, en tiempo de persecuciones, los pastores no deben abandonar a los fieles: ni a los que sufrirán el martirio ni a los que sobrevivirán, como el Buen Pastor, que al ver venir al lobo, no abandona el rebaño, sino que lo defiende. Pero visto el fervor con que todos los pastores de la Iglesia se disponían a derramar su sangre, indica que lo mejor será echar a suertes quiénes de los clérigos se entregarán al martirio y quiénes se pondrán a salvo para luego cuidarse de los supervivientes.

En nuestra época, con desgraciada frecuencia, nos llegan noticias de persecuciones religiosas, violencias tribales o revueltas étnicas en países del Tercer Mundo. Las embajadas occidentales aconsejan a sus conciudadanos que abandonen la región y repatríen su personal. Los únicos que permanecen son los misioneros y las organizaciones de voluntarios, porque les parecería una traición abandonar a los "suyos" en momentos difíciles.

«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa» (Lc 13,34-35). Este lamento del Señor produce en nosotros, los cristianos del siglo XXI, una tristeza especial, debida al sangrante conflicto entre judíos y palestinos. Para nosotros, esa región del Próximo Oriente es la Tierra Santa, la tierra de Jesús y de María. Y el clamor por la paz en todos los países debe ser más intenso y sentido por la paz en Israel y Palestina.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: October 28th: St. Simon andJude, apostles

Gospel text (Lc 6,12-19): Jesus went out into the hills to pray, spending the whole night in prayer with God. When day came, He called his disciples to him and chose twelve of them whom He called apostles: Simon, whom He named Peter, and his brother Andrew, James and John; Philip and Bartholomew; Matthew and Thomas; James son of Alpheus and Simon called the Zealot; Judas son of James, and Judas Iscariot, who would be the traitor.

Coming down the hill with them, Jesus stood on a level place. Many of his disciples were there and a large crowd of people who had come from all parts of Judea and Jerusalem and from the coastal cities of Tyre and Sidon. They gathered to hear him and be healed of their diseases; likewise people troubled by evil spirits were healed. The entire crowd tried to touch him because of the power that went out from him and healed them all.

Comment: +Fr. Albert TAULÉ i Viñas (Barcelona, Spain)

«Went out into the hills to pray»

Today, we may contemplate a full day in the life of Jesus. A life with two clear sides: prayer and action. If, as Christians, we are to imitate Jesus' life, we cannot prescind of any of these two dimensions. All Christians, even those who are consecrated to a contemplative life, have, and must have, certain moments for praying and certain others for action. The length of time for each one may, of course, vary. We can see that even friars and nuns in close orders devote a good part of their time to some kind of work. On the other hand, those of us that are more "secular", if we wish to imitate Jesus, we should not carry out a frantic activity without spreading it with a prayer. St. Jerome says: «Even though the Apostle ordered us to pray all the time, (...) we must devote to this exercise certain previously determined hours».

Did Jesus need these lengthy hours of lonely prayer, when everybody else was asleep? Theologians study the psychology of Jesus man: up to which point had He direct access to divinity and up to which point was He «one who has similarly been tested in every way, yet without sin» (He 4:15). To the point we consider him closer to us, his praying "practice", must be evidently a clear example for us.

Once we have well established our praying, it only remains for us to imitate him in action. In today's fragment, we can see him "organizing the Church", that is, choosing those who were to be his future evangelists, the followers of his mission on earth: «When day came, He called his disciples to him and chose twelve of them whom He called apostles» (Lk 6:13). We find him, later on, healing all type of sicknesses. «Everyone in the crowd sought to touch him because power came forth from him and healed them all» (Lk 6:19), the Evangelist says. So that our identification with him may be complete, we only need that this power to heal everybody may also come forth from us. This will only be possible if we remain in him so that we can bear plenty of fruit (cf. Jn 15:4).


miércoles, 26 de octubre de 2011

Master·evangeli.net

Master·evangeli.net

Día litúrgico: Miércoles XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,22-30): En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha (…)».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

El "mito del progreso"

Hoy, la mención que Jesús hace de la "puerta estrecha" cuestiona el "mito del progreso". Las ideologías —demolida la esperanza en el más allá— imponen el progreso como norma del obrar político y humano en general. Aunque en los últimos años se han logrado enormes progresos (tecnológicos, científicos), sigue siendo actual la ambivalencia de este progreso: éste empieza a amenazar a la creación, que es la base de nuestra existencia.

Es indispensable orientar el progreso según criterios morales. Ante todo, se debe considerar que el progreso se extiende a la relación del hombre con el mundo material, pero eso no da lugar —como el marxismo y el liberalismo habían enseñado— al hombre nuevo, a la nueva sociedad. El hombre como hombre sigue siendo igual, tanto en las situaciones primitivas como en las técnicamente desarrolladas. El ser hombre vuelve a comenzar de cero con cada ser humano.

—Jesús, tú nos has señalado el camino del crecimiento humano en lo alto de la Cruz y en el horizonte de la eternidad.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Miércoles XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,22-30): En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: '¡Señor, ábrenos!'. Y os responderá: 'No sé de dónde sois'. Entonces empezaréis a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas', y os volverá a decir: 'No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!'. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».

Comentario: Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)

«Luchad por entrar por la puerta estrecha»

Hoy, camino de Jerusalén, Jesús se detiene un momento y alguien lo aprovecha para preguntarle: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Quizás, al escuchar a Jesús, aquel hombre se inquietó. Por supuesto, lo que Jesús enseña es maravilloso y atractivo, pero las exigencias que comporta ya no son tan de su agrado. Pero, ¿y si viviera el Evangelio a su aire, con una "moral a la carta"?, ¿qué probabilidades tendría de salvarse?

Así pues, pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Jesús no acepta este planteamiento. La salvación es una cuestión demasiado seria como para resolverla mediante un cálculo de probabilidades. Dios «no quiere que alguno se pierda, sino que todos se conviertan» (2Pe 3,9).

Jesús responde: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: '¡Señor, ábrenos!'. Y os responderá: 'No sé de dónde sois'» (Lc 13,24-25). ¿Cómo pueden ser ovejas de su rebaño si no siguen al Buen Pastor ni aceptan el Magisterio de la Iglesia? «¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!. Allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Lc 13,27-28).

Ni Jesús ni la Iglesia temen que la imagen de Dios Padre quede empañada al revelar el misterio del infierno. Como afirma el Catecismo de la Iglesia, «las afirmaciones de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión» (n. 1036).

Dejemos de "pasarnos de listos" y de hacer cálculos. Afanémonos para entrar por la puerta estrecha, volviendo a empezar tantas veces como sea necesario, confiados en su misericordia. «Todo eso, que te preocupa de momento —dice san Josemaría—, importa más o menos. —Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves».