domingo, 31 de julio de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: Domingo XVIII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 14,13-21): En aquel tiempo, (…) vio Jesús el gentío, le dio lástima y (…) mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) ( . , Vaticano)

Sacramento de la Eucaristía (la Misa)

Hoy, con la multiplicación de los panes y peces, Jesucristo anuncia algo grande: la Misa. En ella, su Cuerpo y su Sangre —amorosamente "partidos" en la Cruz— los "reparte" ahora como "Pan" y "Bebida", para alimentar nuestra vida sobrenatural. En la Eucaristía, el gesto tan humano de "partir" para "repartir" adquiere una profundidad inédita: Jesús mismo se nos entrega. ¡Es lo más grande del mundo!

La "primera Misa" fue la Última Cena. Jesucristo cumplió lo que había dicho en el discurso del Buen Pastor: "Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego libremente". Se le quitará la vida en la Cruz, pero ya entonces Él mismo la estaba ofreciendo. En la Última Cena —instituyendo la Eucaristía— nos "regala" el dolor de la Cruz, transformando su muerte violenta en un acto de libre entrega por otros.

—Señor, gracias te sean dadas por la Eucaristía. En ella nos beneficiamos de tu hospitalidad: Tú nos recibes en tu Hijo Jesucristo crucificado y resucitado.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Domingo XVIII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 14,13-21): En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos.

Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que, vayan a las aldeas y se compren de comer». Jesús les replicó: «No hace falta qué vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos».

Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Comentario: Fr. Roger J. LANDRY (Hyannis, Massachusetts, Estados Unidos)

«Traédmelos»

Hoy, Jesús nos muestra lo mucho que desea involucrarnos en su trabajo de redención. Él, que ha creado el cielo y la tierra de la nada, hubiese podido —de igual forma— haber fácilmente creado un opíparo banquete para saciar a aquella multitud.

Pero prefirió hacer el milagro partiendo de lo único que sus discípulos podían entregarle. «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces» (Mt 14,17), le dijeron. «Traédmelos» (Mt 14,18), les respondió Jesús. Y el Señor llevó a cabo la multiplicación de tan exiguo recurso —ni tan sólo suficiente para alimentar a una familia normal— para dar de comer a unas 5000 familias.

El Señor procedió de igual forma en el festín de las bodas de Caná. Él, que creó todos los mares, podía fácilmente haber llenado con el vino más selecto aquellas tinajas de más de 100 litros, partiendo de cero. Pero, de nuevo, prefirió involucrar a sus criaturas en el milagro, haciendo que, primero, llenasen los recipientes de agua.

Y, el mismo principio, podemos apreciarlo en la celebración de la Eucaristía. Jesús empieza no de la nada, ni tampoco de cereales o de uvas, sino del pan y del vino, que ya conllevan en sí el trabajo de manos humanas.

El difunto Cardenal Francisco Javier Nguyen van Thuan, prisionero de los comunistas vietnamitas desde 1975 al 1988, se preguntaba cómo podría favorecer el Reino de Cristo y preocuparse de su rebaño mientras intentaba sobreponerse al brutal sufrimiento de su solitario confinamiento. Y, dándose cuenta de lo poco que podía hacer desde la celda de su cárcel, pensó que, al menos, cada día, podría ofrecer al Señor sus "cinco panes y dos peces" y dejar que Dios hiciese el resto. Y el Señor multiplicó aquellos pequeños esfuerzos convirtiéndolos en un testimonio que ha inspirado no sólo a los vietnamitas, sino a toda la Iglesia.

Hoy, el Señor nos pide a nosotros, sus modernos discípulos, que "demos a las multitudes algo de comer" (cf. Mt 14,16). No importa lo mucho o poco que tengamos: démoslo al Señor y dejemos que Él continúe a partir de ahí.


Información semanal Magnificat TV


                 Estimado amigo, a pocos días del viaje del Papa a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud, un grupo de anti sistema autodenominado "los indignados" están organizando una marcha de protesta para boicotear la visita papal. Si quiere información sobre el tema puede entrar en nuestro programa Actualidad Comentada. Esta semana con el título Indignado con "los indignados"


Esta semana Pepe Alonso entrevista al Padre Santiago Martín, en su programa Nuestra fe en vivo. Con el título, Jóvenes por el Papa. Puede verlo en el siguiente enlace:
Nuevo reportaje para todos aquellos que nos piden más testimonios en magnificat tv. La impresionante vida de Chiara Luce, joven italiana que supo ofrecer su enfermedad y cada detalle de su vida. Su oración contínua: "por ti Jesús".
Chiara Luce también está disponible en italiano. Lo encontrará en la sección "Otros idiomas"
Una familia fundada en Cristo, es el título del nuevo programa de Alejandro Bermúdez Cara a Cara, esta semana entrevistando a Lucía Báez:
Magnificat TV, vuelve a emitir la serie infantil Buenas Noches Teo. En el nuevo programa de esta semana, Teo cuenta la vida de un niño mártir de la eucaristía, San Tarsicio: 
En la sección Inglés, encontrará un corto sobre el sacramento de la Penitencia "Confession" the importance of making things right: 
En el comentario al evangelio de este domingo 31 de julio, podrá entrar pulsando en el siguiente enlace: 
Nuestra emisión diaria de mayor audiencia, corresponde a la retransmisión de la Santa Misa. Podrá encontrarla puntualmente cada mañana en la primera pestaña de Magnificat TV. Los domingos se emite un poco más tarde, a partir de las 14 h. hora de Madrid, 8 AM hora de NY.

Si estos programas son de su interés, le ruego que lo difunda entre sus contactos para crear una opinión favorable a la televisión católica. 
Gracias

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Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Monday 18th in Ordinary Time

Gospel text (Mt 14,13-21): On hearing the death of John the Baptist, Jesus set out secretly by boat for a secluded place. But the people heard of it, and they followed him on foot from their towns. When Jesus went ashore, He saw the crowd gathered there and He had compassion on them. And He healed their sick.

Late in the afternoon, his disciples came to him and said, «We are in a lonely place and it is now late. You should send these people away, so they can go to the villages and buy something for themselves to eat». But Jesus replied, «They do not need to go away; you give them something to eat». They answered, «We have nothing here but five loaves and two fishes». Jesus said to them, «Bring them here to me».

Then He made everyone sit down on the grass. He took the five loaves and the two fishes, raised his eyes to heaven, pronounced the blessing, broke the loaves and handed them to the disciples to distribute to the people. And they all ate, and everyone had enough; then the disciples gathered up the leftovers, filling twelve baskets. About five thousand men had eaten there besides women and children.

Comment: Fr. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, Spain)

«Raised his eyes to heaven»

Today, the Gospel touches our "mental pockets"... This is why, as in Jesus' times, the voice of the prudent ones can be heard weighing whether this is worth our while. When they saw it was getting late, the disciples, who did not know how to handle the crowd gathered around Jesus, found a reasonable option: «they can go to the villages and buy something for themselves to eat» (Mt 14:15). Little did they expect their Lord and Master to break this sensible advise by telling them: «you give them something to eat» (Mt 14:16).

A popular saying goes: «He who does not count on God, does not know how to count». And it is true, the disciples did not know —neither do we— how to count for they forgot, as we often forget, the most important part of the addition: God himself is always amongst us.

The disciples did their calculation right; they figured out the exact number of loaves and fishes, but how could they possibly divide them amongst such a huge crowd?; this is why they cautiously said: «We have nothing here but five loaves and two fishes» (Mt 14:17). But they did not realize they also had Jesus—true God and true man— among them!

By quoting St. Josemaria Escrivà, it would not do us any harm to remember here that: «It is a good thing in our apostolate —it is in fact an obligation—to figure out our earthly means (2+2=4), but do not ever forget! you must also luckily count on another addend: God +2 +2...». Christian optimism is not based upon the absence of difficulties, of resistance and of personal errors, but upon God who says: «And surely I am with you always, to the very end of the age» (Mt 28:20)

It would be good that both you and I, when facing our own difficulties, and prior to granting a death sentence to the boldness and optimism of the Christian spirit, we could relay upon God. If only we could say along with St. Francis that great prayer: «Wherever there is hate let me put love»; that is, wherever my accounts do not square up, let me rely upon God.


sábado, 30 de julio de 2011

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Día litúrgico: Sábado XVII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 14,1-12): En aquel tiempo, el tetrarca Herodes (…) había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla» (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) ( . , Vaticano)

¡No hay amores infieles! (sobre el matrimonio)

Hoy vemos al Bautista ser decapitado por defender la verdad sobre el matrimonio. También hoy, los abusos legislativos —que etiquetan como "matrimonio" vivencias afectivas variopintas— deforman el rostro del amor conyugal, hasta hacerlo irreconocible para muchos. ¡La vida humana no es un experimento, ni un contrato de arrendamiento! Sólo un ámbito de fidelidad realmente sólido es adecuado para la dignidad de la convivencia matrimonial y para la educación de los hijos.

El matrimonio —instituido por Dios— es el lugar para el amor total entre un hombre y una mujer. La genuina medida de su amor es la "totalidad". Lo demás es "comercio" (donde los contratos ni obligan de "por vida" ni exigen "exclusividad"). Sólo darme por entero, sin reservarme una parte ni aspirar a una revisión / rescisión, responde plenamente a la dignidad humana.

—Jesús, María y José: iluminad a la humanidad para defender el amor hermoso, porque casarse con el "paracaídas" del divorcio no es casarse; es, simplemente, engañarse.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Sábado XVII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 14,1-12): En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús, y dijo a sus criados: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».

Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla». Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta.

Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.

Comentario: Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez (El Papiol, Barcelona, España)

«Se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús»

Hoy, la liturgia nos invita a contemplar una injusticia: la muerte de Juan Bautista; y, a la vez, descubrir en la Palabra de Dios la necesidad de un testimonio claro y concreto de nuestra fe para llenar de esperanza el mundo.

Os invito a centrar nuestra reflexión en el personaje del tetrarca Herodes. Realmente, para nosotros, es un contratestigo pero nos ayudará a destacar algunos aspectos importantes para nuestro testimonio de fe en medio del mundo. «Se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús» (Mt 14,1). Esta afirmación remarca una actitud aparentemente correcta, pero poco sincera. Es la realidad que hoy podemos encontrar en muchas personas y, quizás también en nosotros. Mucha gente ha oído hablar de Jesús, pero, ¿quién es Él realmente?, ¿qué implicación personal nos une a Él?

En primer lugar, es necesario dar una respuesta correcta; la del tetrarca Herodes no pasa de ser una vaga información: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos» (Mt 14,2). De cierto que echamos en falta la afirmación de Pedro ante la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro le respondió: 'Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo'» (Mt 16,15-16). Y esta afirmación no deja lugar para el miedo o la indiferencia, sino que abre la puerta a un testimonio fundamentado en el Evangelio de la esperanza. Así lo definía Juan Pablo II en su Exhortación apostólica La Iglesia en Europa: «Con toda la Iglesia, invito a mis hermanos y hermanas en la fe a abrirse constante y confiadamente a Cristo y a dejarse renovar por Él, anunciando con el vigor de la paz y el amor a todas las personas de buena voluntad que, quién encuentra al Señor conoce la Verdad, descubre la Vida y reconoce el Camino que conduce a ella».

Que, hoy sábado, la Virgen María, la Madre de la esperanza, nos ayude a descubrir realmente a Jesús y a dar un buen testimonio de Él a nuestros hermanos.


Contemplating tomorrows Gospel

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Liturgic day: Sunday 18th (A) in Ordinary Time

Gospel text (Mt 14,13-21): On hearing about the death of John the Baptist, Jesus set out secretly by boat for a secluded place. But the people heard of it, and they followed him on foot from their towns. When Jesus went ashore, He saw the crowd gathered there and He had compassion on them. And He healed their sick.

Late in the afternoon, his disciples came to him and said, «We are in a lonely place and it is now late. You should send these people away, so they can go to the villages and buy something for themselves to eat». But Jesus replied, «They do not need to go away; you give them something to eat». They answered, «We have nothing here but five loaves and two fishes». Jesus said to them, «Bring them here to me».

Then He made everyone sit down on the grass. He took the five loaves and the two fishes, raised his eyes to heaven, pronounced the blessing, broke the loaves and handed them to the disciples to distribute to the people. And they all ate, and everyone had enough; then the disciples gathered up the leftovers, filling twelve baskets. About five thousand men had eaten there besides women and children.

Comment: Fr. Roger J. LANDRY (Hyannis, Massachusetts, United States)

«Bring them here to me»

Today, Jesus shows us just how much He wants to involve us in his saving work. He who had created the heavens and the earth out of nothing, could have easily created a rich banquet from nothing to satiate the multitudes. But He preferred to work the miracle starting with the best his disciples could give him. «We have nothing here but five loaves and two fish» (Mt 14:17), they said. «Bring them here to me» (Mt 14:18), Jesus replied. The Lord was able to multiply that meager donation —not enough even to feed a typical family— to nourish about 5000 families.

The Lord showed the same protocol at the wedding feast of Cana. He who created all the seas could easily have filled the six 30-gallon containers with choice wine from scratch. But He again wanted to involve his creatures in the miracle, by having them fill the containers with water first.

We see the same principle in the celebration of the Eucharist. Jesus begins not from nothing, nor from grain and grapes, but from bread and wine, which already contain within the work of human hands.

The late Cardinal François Xavier Nguyen van Thuan, imprisoned from 1975-1988 by the Vietnamese communists, wondered how he could further Christ's kingdom and care for his flock while undergoing the brutal suffering of solitary confinement. He realized he might not be able to do much from a prison cell, but at least each day he could offer to the Lord his "five loaves and two fish," and let God do the rest. The Lord multiplied those little efforts into a witness that has inspired not only the Vietnamese but the whole Church.

Today the Lord is asking us, his modern disciples, to give the crowds something to eat (cf. Mt 14:16). No matter how much or how little we have, let us give it to the Lord and let him take it from there.


viernes, 29 de julio de 2011

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Día litúrgico: 29 de Julio: Santa Marta

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) ( . , Vaticano)

Santa Marta

Hoy, en la celebración de santa Marta, el Evangelio nos propone el episodio de la visita de Jesucristo a Betania, a la casa de Marta y María, hermanas de Lázaro. Marta andaba atareada en muchos quehaceres, mientras que María se hallaba sentada tranquilamente a los pies del Maestro para escucharlo. A Marta, que se quejaba porque su hermana no le ayudaba, Jesús le responde: "María ha elegido la mejor parte".

Este episodio nos recuerda la primacía de la vida espiritual, la necesidad de alimentarnos con la Palabra de Dios para dar sabor a las ocupaciones diarias. Es una invitación oportuna para el verano: el descanso puede ayudar a recuperar el equilibrio entre activismo y contemplación, entre la prisa y los ritmos más naturales, entre los numerosos ruidos y el silencio que fomenta la paz.

—Jesús, cuando Lázaro yacía en el sepulcro, santa Marta corrió a recibirte a las afueras de Betania para pedirte lo "imposible": ¡y lo hiciste realidad!


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 29 de Julio: Santa Marta

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

«Te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola»

Hoy, también nosotros —atareados como vamos a veces por muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos recuerda que «hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,42): el amor, la santidad. Es el punto de mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista en medio de nuestras ocupaciones cotidianas.

Porque "ocupados" lo estaremos si obedecemos a la indicación del Creador: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gn 1,28). ¡La tierra!, ¡el mundo!: he aquí nuestro lugar de encuentro con el Señor. «No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno» (Jn 17,15). Sí, el mundo es "altar" para nosotros y para nuestra entrega a Dios y a los otros.

Somos del mundo, pero no hemos de ser mundanos. Bien al contrario, estamos llamados a ser —en bella expresión de Juan Pablo II— "sacerdotes de la creación", "sacerdotes" de nuestro mundo, de un mundo que amamos apasionadamente.

He aquí la cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico diario y la única cosa necesaria. No son dos realidades opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y sobre todo— en nuestro corazón, que es donde se pueden unir cielo y tierra. Porque en el corazón humano es donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la criatura.

Es necesaria, por tanto, la oración. «El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del "hacer por hacer". Tenemos que resistir a esta tentación, buscando "ser" antes que "hacer". Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a Marta: 'Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas y sin embargo sólo una es necesaria' (Lc 10,41-42)» (Juan Pablo II).

No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia: «María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).


Contemplating tomorrows Gospel

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Liturgic day: Saturday 17th in Ordinary Time

Gospel text (Mt 14,1-12): On one occasion the news about Jesus reached King Herod. And he said to his servants, «This man is John the Baptist. John has risen from the dead, and that is why miraculous powers are at work in him».

Herod had, in fact, ordered that John be arrested, bound in chains and put in prison be-cause of Herodias, the wife of his brother Philip. For John had said to him, «It is not right for you to have her as wife». Herod wanted to kill him but he did not dare, because he feared the people who regarded John as a prophet.

On Herod's birthday the daughter of Herodias danced in the midst of the guests; she so delighted Herod that he promised under oath to give her anything she asked. The girl, following the advice of her mother, said, «Give me the head of John the Baptist here on a dish». The king was very displeased, but because he had made this promise under oath in the presence of the guests, he ordered it to be given her. So he had John beheaded in prison and his head brought on a dish and given to the girl. The girl then took it to her mother. Then John's disciples came to take his body and bury it. And they went to bring the news to Jesus.

Comment: Fr. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez (El Papiol, Barcelona, Spain)

«The news about Jesus reached King Herod»

Today, our liturgy proposes us to contemplate an injustice: the beheading of St. John the Baptist; and, at the same time, to discover in God's Word the need of a clear and concrete testimony of our faith to fill out the world with hope.

I invite you to center our consideration in the person of Herod, the tetrarch. In fact, it is a counter-testimony for us, but it will help us to emphasize some interesting aspects, important enough for our testimony of faith amid the world. «The news about Jesus reached King Herod» (Mt 14:1). This assertion underlines an apparently correct, but not too sincere, attitude. It is the same kind of reality we can today find in many persons and, perhaps, even in ourselves. There are many who have heard of Jesus, but, who is He actually?, what kind of personal implication can we find in him?

First of all, we must give the correct answer; Herod's reply is but vague information: «This man is John the Baptist. John has risen from the dead» (Mt 14:2). Most probably you will be missing here Peter's reply to Jesus' question: «He said to them, 'but who do you say that I am?' Simon Peter answered, 'You are the Christ, the Son of the living God'» (Mt 16:15-16). And this assertion does not leave any room for fear or indifference but it rather gives way to a testimony based in the Gospel of hope. This is how His Holiness John Paul II defined it in his apostolic Exhortation The Church in Europe: «Therefore, in union with the whole Church, I invite my brothers and my sisters in faith constantly to be open in trust to Christ and to allow themselves to be renewed by him, proclaiming to all people of good will in the power of peace and love that whoever encounters the Lord comes to know the Truth, discovers the Life, and finds the Way leading to it».

Today, Saturday, let the Mother of God, the Mother of hope, help us to really discover Jesus and to bear witness of him to our brethren.


jueves, 28 de julio de 2011

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Día litúrgico: Jueves XVII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «(…) Todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo» (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) ( . , Vaticano)

Lo "nuevo" y lo "viejo" en la Iglesia

Hoy la historia corre a una velocidad meteórica: en un solo día se descubren y producen más cosas que "antes" en un siglo. ¿Y la Iglesia? Es una familia que tiene su "patrimonio cultural". Sin dejar de ser ella misma, está llamada a la "dinámica de la fidelidad": una comprensión actualizada (cosas "nuevas") del perenne tesoro de la Revelación (cosas "viejas").

Es necesario que la doctrina —verdadera e inmutable— a la que se debe prestar fielmente obediencia, se profundice y exponga según las exigencias de nuestro tiempo. En efecto, una cosa es el "depósito de la" fe, es decir, las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra distinta el modo como se enuncian estas verdades, conservando a la vez el mismo sentido y significado.

—Señor, te pido luz particularmente para el Papa y los Obispos. Ellos son los administradores de los misterios de Dios y los principales responsables de esta exigente "síntesis de fidelidad y dinamismo", que debe vivir todo tu Pueblo.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Jueves XVII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

Comentario: Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell (Agullana, Girona, España)

«Recogen en cestos los buenos y tiran los malos»

Hoy, el Evangelio constituye una llamada vital a la conversión. Jesús no nos ahorra la dureza de la realidad: «Saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego» (Mt 13,49-50). ¡La advertencia es clara! No podemos quedarnos dormidos.

Ahora debemos optar libremente: o buscamos a Dios y el bien con todas nuestras fuerzas, o colocamos nuestra vida en el precipicio de la muerte. O estamos con Cristo o estamos contra Él. Convertirse significa, en este caso, optar totalmente por pertenecer a los justos y llevar una vida digna de hijos. Sin embargo, tenemos en nuestro interior la experiencia del pecado: vemos el bien que deberíamos hacer y en cambio obramos el mal; ¿cómo intentamos dar una verdadera unidad a nuestras vidas? Nosotros solos no podemos hacer mucho. Sólo si nos ponemos en manos de Dios podremos lograr hacer el bien y pertenecer a los justos.

«Por el hecho de no estar seguros del tiempo en que vendrá nuestro Juez, debemos vivir cada jornada como si nos tuviera que juzgar al día siguiente» (San Jerónimo). Esta frase es una invitación a vivir con intensidad y responsabilidad nuestro ser cristiano. No se trata de tener miedo, sino de vivir en la esperanza este tiempo que es de gracia, alabanza y gloria.

Cristo nos enseña el camino de nuestra propia glorificación. Cristo es el camino del hombre, por tanto, nuestra salvación, nuestra felicidad y todo lo que podamos imaginar pasa por Él. Y si todo lo tenemos en Cristo, no podemos dejar de amar a la Iglesia que nos lo muestra y es su cuerpo místico. Contra las visiones puramente humanas de esta realidad es necesario que recuperemos la visión divino-espiritual: ¡nada mejor que Cristo y que el cumplimiento de su voluntad!


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Liturgic day: July 29th: St. Martha

Gospel text (Lc 10,38-42): As Jesus and his disciples were on their way, He entered a village and a woman called Martha welcomed him to her house. She had a sister named Mary who sat down at the Lord's feet to listen to his words. Martha, meanwhile, was busy with all the serving and finally she said, «Lord, don't you care that my sister has left me to do all the serving?». But the Lord answered, «Martha, Martha, you worry and are troubled about many things, whereas only one thing is needed. Mary has chosen the better part, and it will not be taken away from her».

Comment: Fr. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, Spain)

«You worry and are troubled about many things, whereas only one thing is needed»

Today, we, —no matter how busy we may be, at times, by so many things— must also listen to our Lord reminding us that «only one thing is needed» (Lk 10:42): esteem and saintliness. They should be our aim, the horizon we must never lose sight of amidst our daily chores.

Because we shall be "busy" if we follow our Creator's plan: «'Be fruitful and multiply; fill the earth and subdue it'» (Gen 1:28). The earth! the world!: this is our meeting point with the Lord. «My prayer is not that you take them out of the world but that you protect them from the evil one» (Jn 17:15). Yes, the world is an "altar" for us and for our donation to God and to the others.

We belong in this world, but that does not mean we have to be worldly. On the contrary, we are called to become —in a beautiful expression of His Holiness John Paul II— "Priests of Creation!" "priests" of our world, of a world we passionately love.

Here is the question: world and saintliness; our daily chores and the one and only thing we truly need. They are not two opposed realities: and we have to try to make both coincide. And this coincidence must be carried out —in the first place and basically— in our own heart, where heaven and earth can be reunited. Because in the human heart is where the dialogue between Creator and creature takes place.

Therefore, prayer is necessary. «Ours is a time of continual movement which often leads to restlessness, with the risk of "doing for the sake of doing". We must resist this temptation by trying "to be" before trying "to do". In this regard we should recall how Jesus reproved Martha: 'You are anxious and troubled about many things; one thing is needful' (Lk 10:41-42)» (John Paul II).

There is no opposition between "to be" and "to do", but there is indeed a priority order of precedence: «Mary has chosen the better part, and it will not be taken away from her» (Lk 10,42).


miércoles, 27 de julio de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: Miércoles XVII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,44-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, (…) va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) ( . , Vaticano)

Parábolas del "tesoro" y de la "perla" (el Reino de Dios)

Hoy escuchamos de Jesús —por enésima vez— que el Reino de los Cielos "es semejante a…". En efecto, Dios y su Reino son realidades muy ricas, muy grandes y, para aproximarnos a ellas con palabras humanas, Jesucristo se sirve de un amplio abanico de comparaciones. Sólo aceptando todo el conjunto de comparaciones podemos acercarnos al mensaje de Cristo.

La "soberanía de Dios" es una realidad "misteriosa". Se presenta discretamente (como la "levadura") ante la historia, pero es determinante y de gran valor: vale la pena dejarlo todo por este Reino. Es el tesoro enterrado en el campo: quien lo encuentra lo vuelve a enterrar y vende todo lo que tiene para poder comprar el campo, y así quedarse con el tesoro. Una parábola paralela es la de la perla preciosa: quien la encuentra también vende todo para hacerse con ese bien, que vale más que todos los demás.

—Señor, Rey mío, ayúdame a desprenderme de "cosas" para dar espacio a tu soberanía.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Miércoles XVII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,44-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».

Comentario: Rev. D. Enric CASES i Martín (Barcelona, España)

«Vende todo lo que tiene y compra el campo»

Hoy, Mateo pone ante nuestra consideración dos parábolas sobre el Reino de los Cielos. El anuncio del Reino es esencial en la predicación de Jesús y en la esperanza del pueblo elegido. Pero es notorio que la naturaleza de ese Reino no era entendida por la mayoría. No la entendían los sanedritas que le condenaron a muerte, no la entendían Pilatos, ni Herodes, pero tampoco la entendieron en un principio los mismos discípulos. Sólo se encuentra una comprensión como la que Jesús pide en el buen ladrón, clavado junto a Él en la Cruz, cuando le dice: «Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino» (Lc 23,42). Ambos habían sido acusados como malhechores y estaban a punto de morir; pero, por un motivo que desconocemos, el buen ladrón reconoce a Jesús como Rey de un Reino que vendrá después de aquella terrible muerte. Sólo podía ser un Reino espiritual.

Jesús, en su primera predicación, habla del Reino como de un tesoro escondido cuyo hallazgo causa alegría y estimula a la compra del campo para poder gozar de él para siempre: «Por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel» (Mt 13,44). Pero, al mismo tiempo, alcanzar el Reino requiere buscarlo con interés y esfuerzo, hasta el punto de vender todo lo que uno posee: «Al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra» (Mt 13,46). «¿A propósito de qué se dice buscad y quien busca, halla? Arriesgo la idea de que se trata de las perlas y la perla, perla que adquiere el que lo ha dado todo y ha aceptado perderlo todo» (Orígenes).

El Reino es paz, amor, justicia y libertad. Alcanzarlo es, a la vez, don de Dios y responsabilidad humana. Ante la grandeza del don divino constatamos la imperfección e inestabilidad de nuestros esfuerzos, que a veces quedan destruidos por el pecado, las guerras y la malicia que parecen insuperables. No obstante, debemos tener confianza, pues lo que parece imposible para el hombre es posible para Dios.