miércoles, 31 de agosto de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: Miércoles XXII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 4,38-44): En aquel tiempo, (…) a la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Sacramento de la "Unción de enfermos"

Hoy, conmovido ante tanto sufrimiento, Cristo se deja tocar por los enfermos y asume sus dolores. Dios —como Dios— no puede padecer, pero el hombre tiene un valor tan grande para Él, que se hizo Hombre para "com-padecer". Así, redimiendo al hombre mediante el dolor, Jesús ha redimido el mismo dolor (le ha impreso un nuevo sentido): ahora el hombre puede unir sus sufrimientos al dolor salvador de Cristo-Redentor.

Con el sacramento de la "Unción de enfermos" la Iglesia reza por los enfermos y les ayuda a unirse al Señor sufriente. Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento, sino la capacidad de aceptar la tribulación y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito. Realmente, en cada pena humana ha entrado "Uno" que comparte el padecer y, desde ahí, se difunde en cada sufrimiento el consuelo de "tocar" el amor de Dios.

—Jesús, ayúdanos a crecer en humanidad siendo más capaces de sufrir por amor (¡sin quejarnos!).


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Miércoles XXII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 4,38-44): En aquel tiempo, saliendo de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado». E iba predicando por las sinagogas de Judea.

Comentario: Rev. D. Homer VAL i Pérez (Barcelona, España)

«Poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando»

Hoy nos encontramos ante un claro contraste: la gente que busca a Jesús y Él que cura toda "enfermedad" (comenzando por la suegra de Simón Pedro); a la vez, «salían también demonios de muchos, gritando» (Lc 4,41). Es decir: bien y paz, por un lado; mal y desesperación, por otro.

No es la primera ocasión que aparece el diablo "saliendo", es decir, huyendo de la presencia de Dios entre gritos y exclamaciones. Recordemos también el endemoniado de Gerasa (cf. Lc 8,26-39). Sorprende que el propio diablo "reconozca" a Jesús y que, como en el caso del de Gerasa, es él mismo quien sale al encuentro de Jesús (eso sí, muy rabioso y molesto porque la presencia de Dios perturbaba su vergonzosa tranquilidad).

¡Tantas veces también nosotros pensamos que encontrarnos con Jesús es un estorbo! Nos estorba tener que ir a Misa el domingo; nos inquieta pensar que hace mucho que no dedicamos un tiempo a la oración; nos avergonzamos de nuestros errores, en lugar de ir al Médico de nuestra alma a pedirle sencillamente perdón... ¡Pensemos si no es el Señor quien tiene que venir a encontrarnos, pues nosotros nos hacemos rogar para dejar nuestra pequeña "cueva" y salir al encuentro de quien es el Pastor de nuestras vidas! A esto se le llama, sencillamente, tibieza.

Hay un diagnóstico para esto: atonía, falta de tensión en el alma, angustia, curiosidad desordenada, hiperactividad, pereza espiritual con las cosas de la fe, pusilanimidad, ganas de estar solo con uno mismo... Y hay también un antídoto: dejar de mirarse a uno mismo y ponerse manos a la obra. Hacer el pequeño compromiso de dedicar un rato cada día a mirar y a escuchar a Jesús (lo que se entiende por oración): Jesús lo hacía, ya que «al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario» (Lc 4,42). Hacer el pequeño compromiso de vencer el egoísmo en una pequeña cosa cada día por el bien de los otros (a eso se le llama amar). Hacer el pequeño-gran compromiso de vivir cada día en coherencia con nuestra vida cristiana.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Thursday 22th in Ordinary Time

Gospel text (Lc 5,1-11): One day, as Jesus stood by the Lake of Gennesaret, with a crowd gathered around him listening to the word of God, He caught sight of two boats left at the water's edge by the fishermen now washing their nets. He got into one of the boats, the one belonging to Simon, and asked him to pull out a little from the shore. There He sat and continued to teach the crowd.

When He had finished speaking He said to Simon, «Put out into deep water and lower your nets for a catch». Simon replied, «Master, we worked hard all night and caught nothing. But if you say so, I will lower the nets». This they did and caught such a large number of fish that their nets began to break. They signaled their partners in the other boat to come and help them. They came and filled both boats almost to the point of sinking. Upon seeing this, Simon Peter fell at Jesus' knees, saying, «Leave me, Lord, for I am a sinful man!». For he and his companions were amazed at the catch they had made and so were Simon's partners, James and John, Zebedee's sons. Jesus said to Simon, «Do not be afraid. You will catch people from now on». So they brought their boats to land and followed him, leaving everything.

Comment: Fr. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona, Spain)

«Put out into deep water»

Today, we are still surprised at how those fishermen were capable of leaving everything behind, their job, their families, to follow Jesus («They brought their boats to land and followed him, leaving everything»: Lk 5:11), precisely when He manifested himself before them as an exceptional collaborator for the business which they lived from. If Jesus of Nazareth would make the same proposal to us, in our 21st century..., would we have as much courage as those other men had?; should we be able to sense which is the true gain for us?

We Christians believe that Christ is ever present; this resurrected Christ, therefore, requests us, not only to Peter, John or James, but to George, Joe, Paula, and all of us who accept him as our Lord, that we accept him —from Luke's text— in the boat of our life for He wants to rest by our side; He requests us to let him make use of us, to allow him to show us where He wants to guide our existence to, so we can become productive amid a society which every day is more far away and in need of God's Good News. The proposal is quite attractive, we need only to know how are we, and if we really wish, to manage to get rid of our fears, of our worries about what people may "say" or "think" and set a course for deeper waters, or what is equivalent, to horizons which may be farther away than those restricting our quotidian mediocrity of anguish and disappointments. «He who stumbles on his way, no matter how little he moves forward, always gets somewhat closer to the end of his journey; but he who runs out of his way, the more he runs the farther he gets from the end of his trip» (St. Thomas Aquinas).

«Duc in altum»; «To pull out a little from the shore» (Lk 5:4): let us try not to rest by the shore of a world that lives by contemplating its navel! Our navigation through the seas of life has to take us towards the harbor on the promise land, the end of our course in this Heaven long waited for, which is a gift from the Father, but, indivisible too, the work of man —yours, mine— from the service to others in the Church's boat. Christ knows quite well the fishing grounds; it all depends upon us: or in our harbor of selfishness, or towards his horizons.


martes, 30 de agosto de 2011

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Día litúrgico: Martes XXII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 4,31-37): En aquel tiempo, (…) había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

El mal: ¿por qué existe si Dios es el Bien Infinito?

Hoy nos estremece la idea de la existencia del mal y la constatación de seres (hombres, espíritus) capaces de actuar con desgarradora perversidad. Nuestros tiempos son testigos de ello. Entonces, si Dios es el Bien Infinito, ¿puede Él haber creado el mal? Si no lo ha creado, ¿de dónde procede?

El cristianismo responde que el mal es consecuencia del abuso de la libertad. El mal no es una criatura nueva, algo que exista en sí mismo, sino que es —por naturaleza— "ausencia de bien", una corrosión de la criatura. No es un ser (un "alguien"), sino una negación. El mal es algo parecido a una planta parásita: vive de lo que arrebata a otros y, al final, se mata a sí mismo igual que lo hace una planta parásita cuando se apodera del hospedante y lo mata.

—Jesús, desde la Santa Cruz transformas el mal en bien. Has desposeído al diablo de esa "arma" y con ella conquistamos la eternidad…


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Martes XXII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 4,31-37): En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.

Comentario: Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol (Barcelona, España)

«Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad»

Hoy vemos cómo la actividad de enseñar fue para Jesús la misión central de su vida pública. Pero la predicación de Jesús era muy distinta a la de los otros maestros y esto hacía que la gente se extrañara y se admirara. Ciertamente, aunque el Señor no había estudiado (cf. Jn 7,15), desconcertaba con sus enseñanzas, porque «hablaba con autoridad» (Lc 4,32). Su estilo de hablar tenía la autoridad de quien se sabe el "Santo de Dios".

Precisamente, aquella autoridad de su hablar era lo que daba fuerza a su lenguaje. Utilizaba imágenes vivas y concretas, sin silogismos ni definiciones; palabras e imágenes que extraía de la misma naturaleza cuando no de la Sagrada Escritura. No hay duda de que Jesús era buen observador, hombre cercano a las situaciones humanas: al mismo tiempo que le vemos enseñando, también lo contemplamos cerca de las gentes haciéndoles el bien (con curaciones de enfermedades, con expulsiones de demonios, etc.). Leía en el libro de la vida de cada día experiencias que le servían después para enseñar. Aunque este material era tan elemental y "rudimentario", la palabra del Señor era siempre profunda, inquietante, radicalmente nueva, definitiva.

La cosa más grande del hablar de Jesucristo era el compaginar la autoridad divina con la más increíble sencillez humana. Autoridad y sencillez eran posibles en Jesús gracias al conocimiento que tenía del Padre y su relación de amorosa obediencia con Él (cf. Mt 11,25-27). Es esta relación con el Padre lo que explica la armonía única entre la grandeza y la humildad. La autoridad de su hablar no se ajustaba a los parámetros humanos; no había competencia, ni intereses personales o afán de lucirse. Era una autoridad que se manifestaba tanto en la sublimidad de la palabra o de la acción como en la humildad y sencillez. No hubo en sus labios ni la alabanza personal, ni la altivez, ni gritos. Mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia... fueron el aroma que rodeaba la autoridad de sus enseñanzas.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Wednesday 22nd in Ordinary Time

Gospel text (Lc 4,38-44): Leaving the synagogue, Jesus went to the house of Simon. His mother-in-law was suffering from high fever and they asked him to do something for her. Bending over her, He rebuked the fever, and it left her. Immediately she got up and waited on them. At sunset, people suffering from many kinds of sickness were brought to Jesus. Laying his hands on each one, He healed them. Demons were driven out, howling as they departed from their victims, «You are the Son of God!». He rebuked them and would not allow them to speak, for they knew He was the Messiah.

Jesus left at daybreak and looked for a solitary place. People went out in search of him and, finding him, they tried to dissuade him from leaving. But He said, «I have to go to other towns to announce the good news of the kingdom of God. That is what I was sent to do». So Jesus continued to preach in the synagogues of the Jewish country.

Comment: Fr. Homer VAL i Pérez (Barcelona, Spain)

«Laying his hands on each one, He healed them. Demons were driven out»

Today, we are facing a great contrast: people out in search of Jesus and him healing all kind of "sickness" (starting with Simon's mother-in-law); at the same time, «demons were driven out, howling!» (Lk 4:41). That is: On one side, goodness and peace; evil and despair, on the other.

It is not the first time we see the devil being "driven out" that is, escaping from the presence of God amid shouting and expostulation. Let us remember the demon-possessed man of Gerasenes (cf. Lk 8:26-39). Yet, it is surprising that, here, it is the same devil that "comes out" to meet Jesus (though, admittedly, quite furious and angry, for God's presence was disturbing his shameful tranquility).

How often, too, we think that finding Jesus is just a nuisance! It bothers us having to attend Mass on Sundays; it flusters us to remember how long it is since our last prayer; we are ashamed of our mistakes, but we do not go to the Doctor of our soul begging for forgiveness... Let us ponder whether it is not our Lord who has to come out looking for us, when we are "reluctant" to leave our little "cave" to go out and meet He who is the shepherd of our souls and lives! This is simply called, half-heartedness.

This behavior has a diagnosis, though: apathy, lack of tension in our soul, anguish, disorderly curiosity, hyperactivity, spiritual laziness about matters of faith, pusillanimity, desire of being alone with ourselves... But there is also an antidote: to stop contemplating one's navel and getting down to work. To take the small commitment to devote every day a short while to look and listen to Jesus (this is what we call praying): Jesus did it too, for «He left at daybreak and looked for a solitary place» (Lk 4:42). To take the small commitment of defeating our selfishness in some small thing every day for the benefit of others (this is what we call loving). To take the small-great commitment to live every day coherently with our Christian life.


lunes, 29 de agosto de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: 29 de Agosto: El martirio de san Juan Bautista

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle (…). Y llegó el día oportuno, cuando Herodes (…) mandó a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

El martirio de san Juan Bautista (¿qué es un mártir?)

Hoy, en el martirio de san Juan Bautista contemplamos a Jesucristo como modelo de "mártir". El Bautista dio la vida por defender coherentemente la verdad sobre el matrimonio. Esto es justamente el "martirio": obedecer al "Señor de los señores", con todas sus consecuencias, sin ceder a subterfugios.

Desde sus orígenes el cristianismo entendió el martirio como "liturgia" ("identificarse con Cristo…") y como "acontecimiento sacrificial" ("…con Cristo sufriente con amor"). En el martirio el cristiano es llevado totalmente dentro de la obediencia de Cristo, dentro de la liturgia de la cruz y, así, dentro del verdadero culto (rindiendo totalmente el corazón al Padre). San Ignacio de Antioquía, por ejemplo, decía ser como el "trigo de Cristo", que debía ser triturado para convertirse en "pan de Cristo".

—Jesús, concédeme el don de la disponibilidad para sufrir contigo. Porque "cristiano" y "mártir" son equivalentes: en las tribulaciones de la vida ordinaria puedo transformarme en "pan" que comunica el misterio de Cristo, siendo "ofrenda" para Dios y para los hombres.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 29 de Agosto: El martirio de san Juan Bautista

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

«Juan decía a Herodes: 'No te está permitido tener la mujer de tu hermano'»

Hoy recordamos el martirio de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías. Toda la vida del Bautista gira en torno a la Persona de Jesús, de manera que sin Él, la existencia y la tarea del Precursor del Mesías no tendría sentido.

Y, desde las entrañas de su madre, siente la proximidad del Salvador. El abrazo de María y de Isabel, dos futuras madres, abrió el diálogo de los dos niños: el Salvador santificaba a Juan, y éste saltaba de entusiasmo dentro del vientre de su madre.

En su misión de Precursor mantuvo este entusiasmo -que etimológicamente significa "estar lleno de Dios"-, le preparó los caminos, le allanó las rutas, le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36).

Al atardecer de su existencia, Juan, al predicar la libertad mesiánica a quienes estaban cautivos de sus vicios, es encarcelado: «Juan decía a Herodes: 'No te está permitido tener la mujer de tu hermano'» (Mc 6,18). La muerte del Bautista es el testimonio martirial centrado en la persona de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y también le precede ahora en la muerte cruel.

San Beda nos dice que «está encerrado, en la tiniebla de una mazmorra, aquel que había venido a dar testimonio de la Luz, y había merecido de la boca del mismo Cristo (…) ser denominado "antorcha ardiente y luminosa". Fue bautizado con su propia sangre aquél a quien antes le fue concedido bautizar al Redentor del mundo».

Ojalá que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista nos entusiasme, en el sentido etimológico del término, y, así, llenos de Dios, también demos testimonio de nuestra fe en Jesús con valentía. Que nuestra vida cristiana también gire en torno a la Persona de Jesús, lo cual le dará su pleno sentido.


Contemplating tomorrows Gospel

Contemplating today's Gospel

Liturgic day: Tuesday 22th in Ordinary Time

Gospel text (Lc 4,31-37): Jesus went down to Capernaum, a town of Galilee, and began teaching the people at the sabbath meetings. They were astonished at the way He taught them, for his word was spoken with authority. In the synagogue there was a man possessed by an evil spirit who shouted in a loud voice, «What do you want with us, Jesus of Nazareth? Have you come to destroy us? I recognize you: you are the Holy One of God». Then Jesus said to him sharply, «Be silent and leave this man!». The evil spirit then threw the man down in front of them and came out of him without doing him harm. Amazement seized all these people and they said to one another, «What does this mean? He commands the evil spirits with authority and power. He orders, and you see how they come out!». And news about Jesus spread throughout the surrounding area.

Comment: Fr. Joan BLADÉ i Piñol (Barcelona, Spain)

«They were astonished at the way He taught them, for his word was spoken with authority»

Today, we can see how his teaching activity was Jesus' central mission of his public life. Jesus' preaching, however, was very different to others, and this surprised and amazed people. Despite the fact Jesus had not studied (cf. Jn 7:15), He, certainly, befuddled the Jews with his teachings, «for his word was spoken with authority» (Lk 4:32). His style of speech had the authority of he who knows He is the "Saint of God".

It was precisely such authority in his speech that gave strength to his language. He used living and specific images, without any syllogisms or definitions; words and images He pulled out from the very nature or, more often than not, from the Holy Scriptures. Jesus was, no doubt, a good observer, a man close to human situations: while we can watch him teaching, we can also see him so close to people doing good to them (healing their sicknesses, driving out evil spirits, etc.). In the book of everyday life He read those experiences that, later on, He would use in his teachings. Despite this elementary and "basic" material, the Lord's word was always profound and perturbing, radically new and definite.

The greatest thing about Jesus Christ's speech was how He could combine his divine authority with the most incredible human simplicity. Both authority and simplicity were possible in Jesus thanks to his knowledge of the Father and his relation of amorous obedience with Him (cf. Mt 11:25-27). It is this especial relationship with the Father that explains that unique harmony between greatness and humility. The authority of his speech did not adjust to human parameters; there was no competition, no personal interest or glitter. It was the kind of authority manifested both by the sublimity of the word and its humility and simplicity. There never was in his lips any personal praise, haughtiness or shouting. Mansuetude, gentleness, understanding, peace, truth, light, justice..., this was the aroma surrounding the authority of his teachings.


domingo, 28 de agosto de 2011

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Día litúrgico: Domingo XXII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 16,21-27): En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios» (…).

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

La tentación del "éxito" sin la Cruz

Hoy, Jesús se aplica la profecía de Zacarías, quien había aludido en una misteriosa visión a un Mesías que sufre la muerte. Jesucristo da forma concreta a esta visión, dirigida hacia un futuro desconocido. Sin embargo, a la profecía de adversidad sigue inmediatamente la promesa de salvación. Jesús, pasando a través de la muerte, vivirá de nuevo.

Jesús-Resucitado es plenamente ese Pastor que en la travesía de la muerte guía por el camino de la vida. Pero Pedro no se fija en la profecía de la resurrección y sólo percibe el anuncio de muerte. Al ser contrario a la Cruz, no puede entender la palabra "resurrección" y quisiera el éxito sin la cruz.

—Señor, ¿quién puede negar que la actitud de Pedro refleja la tentación constante de los cristianos, e incluso también de la Iglesia (llegar al éxito sin la Cruz)? Nadie es por sí mismo tan fuerte como para recorrer hasta el final el camino de la salvación. Todos necesitamos el amor del Crucificado.


Contemplar el Evangelio de hoy

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Domingo XXII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 16,21-27): En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios».

Entonces dijo a los discípulos: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta»

Comentario: Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

«El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga»

Hoy, contemplamos a Pedro —figura emblemática y gran testimonio y maestro de la fe— también como hombre de carne y huesos, con virtudes y debilidades, como cada uno de nosotros. Hemos de agradecer a los evangelistas que nos hayan presentado la personalidad de los primeros seguidores de Jesús con realismo. Pedro, quien hace una excelente confesión de fe —como vemos en el Evangelio del Domingo XXI— y merece un gran elogio por parte de Jesús y la promesa de la autoridad máxima dentro de la Iglesia (cf. Mt 16,16-19), recibe también del Maestro una severa amonestación, porque en el camino de la fe todavía le queda mucho por aprender: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios» (Mt 16,23).

Escuchar la amonestación de Jesús a Pedro es un buen motivo para hacer un examen de conciencia acerca de nuestro ser cristiano. ¿Somos de verdad fieles a la enseñanza de Jesucristo, hasta el punto de pensar realmente como Dios, o más bien nos amoldamos a la manera de pensar y a los criterios de este mundo? A lo largo de la historia, los hijos de la Iglesia hemos caído en la tentación de pensar según el mundo, de apoyarnos en las riquezas materiales, de buscar con afán el poder político o el prestigio social; y a veces nos mueven más los intereses mundanos que el espíritu del Evangelio. Ante estos hechos, se nos vuelve a plantear la pregunta: «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida?» (Mt 16,26).

Después de haber puesto las cosas en claro, Jesús nos enseña qué quiere decir pensar como Dios: amar, con todo lo que esto comporta de renuncia por el bien del prójimo. Por esto, el seguimiento de Cristo pasa por la cruz. Es un seguimiento entrañable, porque «con la presencia de un amigo y capitán tan bueno como Cristo Jesús, que se ha puesto en la vanguardia de los sufrimientos, se puede sufrir todo: nos ayuda y anima; no falla nunca, es un verdadero amigo» (Santa Teresa de Ávila). Y…, cuando la cruz es signo del amor sincero, entonces se convierte en luminosa y en signo de salvación.


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Liturgic day: August 29th: Beheading of John the Baptist,martyr

Gospel text (Mc 6,17-29): Herod had sent to have John arrested, and had him chained up in prison because of Herodias, his brother Philip's wife whom he had married. For John had told him, «It is not right for you to live with your brother's wife». So Herodias held a grudge against John and wanted to kill him, but she could not because Herod respected John. He knew John to be an upright and holy man and kept him safe. And he liked listening to him, although he became very disturbed whenever he heard him.

Herodias had her chance on Herod's birthday, when he gave a dinner for all the senior government officials, military chiefs and the leaders of Galilee. On that occasion the daughter of Herodias came in and danced; and she delighted Herod and his guests. The king said to the girl, «Ask me for anything you want and I will give it to you». And he went so far as to say with many oaths, «I will give you anything you ask, even half my kingdom». She went out to consult her mother, «What shall I ask for?». The mother replied, «The head of John the Baptist». The girl hurried to the king and made her request: «I want you to give me the head of John the Baptist, here and now, on a dish». The king was very displeased, but he would not refuse in front of his guests because of his oaths. So he sent one of the bodyguards with orders to bring John's head. He went and beheaded John in prison; then he brought the head on a dish and gave it to the girl. And the girl gave it to her mother. When John's disciples heard of this, they came and took his body and buried it.

Comment: Fr. Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, Spain)

«For John had told him, 'It is not right for you to live with your brother's wife'»

Today, we remember the Martyrdom of St. John the Baptist, the Messiah's Precursor. All his life moves around Jesus, to the extent that without Him, the very existence and aim of the Messiah's Precursor would have had no significance whatsoever.

From his mother's womb, the Baptist already senses the nearness of the Savior. Mary and Elisabeth embrace, two future mothers, opens up the dialogue between the two infants: the Savior sanctified John, and John enthusiastically jumped inside his mother's womb.

In his mission as Forerunner he kept this enthusiasm, —whose etymological meaning is "to be full of God"—, he prepared the path Jesus was to follow, he smoothed the way and leveled off mounds for Him, he announced Him when already present and pointed Him out as the Messiah: «Look, the Lamb of God!» (Jn 1:36).

In the dusk of his existence, when preaching the messianic freedom to those enslaved by their vices, John is imprisoned: «For John had told Herod, 'It is not right for you to live with your brother's wife'» (Mk 6:18). The testimony of the martyrdom of John the Baptist is centered upon the Person of Jesus. John the Baptist was Jesus' Forerunner in life, and he preceded Him also in his cruel death.

St. Beda tells us «He was locked away in the darkness of prison, through he came bearing witness to the Light of life and deserved to be called a "bright and shining lamp" by that Light itself, which is Christ. (...). There is no doubt that blessed John suffered imprisonment and chains as a witness to our Redeemer, whose forerunner he was, and gave his life for him».

Let us hope that this day, when we remember the Beheading of St. John the Baptist, martyr, overwhelms us, in its etymological meaning of the word, and thus, full of God, may we valiantly bear witness of our faith in Jesus. That our Christian life may also move around the Person of Jesus, which will grant it his full meaning and implication.


sábado, 27 de agosto de 2011

Información semanal Magnificat TV


www.magnificat.tv

 

Estimado amigo, aunque hace ya unos días que terminó la Jornada Mundial de la Juventud, conviene, por su importancia, profundizar en el último mensaje que dio el Papa en la Santa Misa celebrada en Cuatro Vientos. Si quiere saber más sobre eso, entre en nuestro programa "Actualidad comentada" pulsando en el siguiente enlace: http://www.magnificat.tv/comentario20110827.php
Para una opinión al respecto puede hacerlo en: 


Esta semana puede ver dos impresionantes testimonios jóvenes. Marta Oriol, nos relata su experiencia vivida después de un trágico accidente de automóvil. Nos lo cuenta pulsando en este enlace:
Nuestro segundo testimonio semanal, corresponde a la conversión del famoso actor Eduardo Verástegui. Él mismo lo relata en: http://www.magnificat.tv/everastegui.php 
La entrevista semanal de Alejandro Bermúdez en su programa "Cara a Cara", pretende tocar temas para vivir la fe de cara a la práctica. Esta semana su invitada es Odet Bisono, hablando sobre la Pansexualización de la cultura:
Pepe Alonso tiene como invitados en su programa "Nuestra fe en vivo", al grupo musical Vuelta en U: 
El programa en inglés correspondiente a esta semana, es del anciano y agradable Padre Benedict Groeschel, CFR, entrevistando a dos amigos suyos sobre el tema "Saints Alive": 
Le recordamos que a principio de semana está disponible el evangelio del siguiente domingo comentado por el P. Santiago Martín, en el programa "Palabra que da vida". El domingo 28 de agosto corresponde a S. Mateo 16, 21-27:
Último vídeo de la serie de 16 programas en la pestaña "Peregrinación a Tierra Santa" con El anuncio a los pastores:

No olvide sintonizar a diario las noticias actualizadas en nuestra página de inicio y la Santa Misa  en la primera pestaña de Magnificat TV.
Los miércoles puede ver en directo la audiencia papal y los domingos el ángelus, también con S.S. Benedicto XVI.

*  Todos estos programas y las homilías de la Misa diaria, quedan guardados a modo de banco de programas en Magnificat TV, para que pueda sintonizarlos en el momento que desee.

Si esta programación es de su interés  le rogamos que lo difunda entre sus contactos para crear una corriente favorable a la TV católica, que pueda entrar en todos los hogares.
Muchas gracias

Magnificat TV



 

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