sábado, 10 de septiembre de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: Sábado XXIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 6,43-49): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «(…) ¿Por qué me llamáis: 'Señor, Señor', y no hacéis lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada (..)».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

El "poder" de Jesús: la obediencia al Padre

Hoy Cristo desvela la fuente de su "poder": la obediencia al Padre. En Jesucristo la obediencia no es un factor secundario, añadido, sino que es algo esencial. Su poder no tiene ningún límite desde fuera, sino un límite que llega desde dentro: la voluntad del Padre, libremente asumida hasta el punto de renunciarse totalmente a sí mismo.

Jesús es uno con Dios, de forma que el poder de Dios pasa a ser su poder. El poder que ahora proclama viene de las fuentes de la Cruz y es, por tanto, la antítesis del poder arbitrario de la posesión total, la permisión total y la posibilidad total. La redención del mundo descansa en la oración del monte de los Olivos: "No se haga mi voluntad sino la tuya", oración que el Señor nos enseñó en el "Padrenuestro".

—Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno.