domingo, 20 de noviembre de 2011

Master·evangeli.net

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Día litúrgico: Domingo XXXIV del tiempo ordinario: Jesucristo, Rey del Universo (A)

Texto del Evangelio (Mt 25,31-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda (…). E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

El "Juicio final": gracia y justicia

Hoy, la imponente imagen del Juicio final debemos considerarla no como algo terrorífico, sino como motivo de una esperanza que, simultáneamente, apela a nuestra responsabilidad. Dios es justicia y crea justicia: éste es nuestro consuelo y nuestra esperanza. Pero en su justicia está también la gracia.

Esto lo descubrimos dirigiendo la mirada hacia Jesucristo crucificado y resucitado. Ambas —justicia y gracia— han de ser vistas en su justa relación. La gracia no excluye la justicia; no convierte la injusticia en derecho. El Juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como también porque es gracia. Si fuera solamente gracia, haría irrelevante todo lo terrenal y Dios seguiría debiéndonos la respuesta a la pregunta sobre la justicia en nuestra historia. Si fuera pura justicia, sería al final sólo un motivo de temor.

—Tu encarnación, Señor, ha unido juicio y gracia de tal modo que la justicia se establece con firmeza. No obstante, la gracia me permite encaminarme lleno de confianza al encuentro con mi "Juez-Abogado".